38.
MEGAN
Su madre parece tan decidida a abandonar la mansión que hasta trae una maleta consigo, misma maleta que su esposo le arrebata de las manos incluso antes de poder llegar a las malditas escaleras.
Jude se voltea a enfrentarlo. La situación ha escalado a un punto casi impensado porque jamás creí que viviría para ver a la familia Harrigan enfrentada de esta forma, hasta ahora.
Ambos hombres se quedan mirándose fijamente mientras uno sonríe y no es mi ex esposo.
—Querías que se fuera, me la estoy llevando—menciona su hijo con los dientes apretados.
Su padre no deja de reírse mientras patea en el suelo las pocas prendas que su madre fue capaz de agarrar.
—Que se vaya, pero sin nada de lo que he comprado. Nada de lo que sea que se haya comprado con el dinero de la mansión, estará fuera de esta casa—gruñe su padre—. Y esa regla también aplica para ti.
Jude cambia rápidamente su expresión, riéndose.
—Me sorprendes. Hablas como si tuvieras alguna clase de poder en esta casa cuando todos s