37.
MEGAN
Quiero matarla.
Jamás pensé que diría algo así sobre mi propia hermana, alguien a quien siempre aprecié y sobre todo amé, llegaría a llenarme tanto el corazón de rabia y dolor.
Escucharla hablar así de un bebé que fue su sobrino, solo por un hombre, por hacerse ilusiones con alguien a quien jamás debió de haber mirado con otros ojos, simplemente me revuelve el estómago. ¿Cómo es que se puede caer tan bajo? Y no tan solo eso, sino ver que mis padres respaldaron cada palabra que salió de su boca como si jamás les hubiera importado un carajo.
Jude dijo que morí, pero en ningún momento los mencionó. Me abandonaron, me dejaron a mi suerte y ni siquiera en un momento crítico fueron capaces de velar por mí, siempre por ella. Y ahora lo entiendo todo.
Cuando me casé con Jude comenzaron a pedirme cosas. Primero era un poco de dinero, luego una tarjeta de crédito a su nombre y después de eso los pedidos que hacían eran simplemente descabellados. Querían casas, apartamentos, cuentas bancar