Capítulo 52. Un león herido.

Esa noche Samantha fue al bar custodiada por un buen grupo de guardaespaldas. Robert no la acompañó por asumir las reuniones que no pudo atender en el día al ocuparse de la salud de su esposa y de las exigencias de la policía.

Su amiga Jenny la abordó cuando ella entró en la oficina.

—¡Amiga! ¡Qué locura se ha desatado en la prensa con Robert, sus negocios y el bar! Aunque nadie dice nada del atentado de anoche —reveló la mujer llevando consigo tres ejemplares de periódicos que le facilitó a Samantha.

Ella, por dormir y estar en la policía no había podido revisar la prensa.

—Robert se encargó de que la noticia no se difundiera, para no opacar lo sucedido en el bar y no beneficiar a nuestros enemigos.

—En ese sentido, fue una buena idea. Quien los atacó lo que busca es evitar que tengan algún éxito. No pueden permitir que les ganen.

Samantha iba a realizar un comentario, pero McGraw entró algo agitado a la oficina.

—Corazón, te tengo noticias —dijo con la respiración agitada. Samantha
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