Adhara, en Long Beach - California, es una de las porristas más conocidas en su ciudad, está decidida a no perder al amor de su vida, pero nunca se imaginó que lo encontraría muchos siglos antes de que existiera el internet. Perdida en un siglo diferente, pero con la convicción intacta, lo encuentra, Chaid, el frío, es el jefe de uno de los clanes más temidos del continente, los Mackay. Chaid estaba confundido, pues no tiene ni la más mínima idea de quien es aquella joven de vestidura extraña, decide que no quiere lidiar con ella y su carácter desafiante, así que la venderá, ¡unas monedas extra no caerían nada mal!, pero esto cambia cuando uno de sus mayores enemigos decide desafiarlo, un duelo, el ganador se quedaría con la chica, odia perder y ama los retos, sin siquiera analizarlo, termina ganando y Adhara queda en su poder, la condición era no venderla, así que la ocuparía en el servicio. Sorprendida y disgustada decide vengarse, lo que parecía ser una historia de amor se convertirá en una pesadilla para los dos, pero el tiempo es perfecto y decide los destinos, unidos por un lazo que trasciende los siglos y la lógica, se verán contra la espada y la pared cuando sus sentimientos cambian. ¿lograrán superar los desafíos que se interpondrán en sus caminos?
Leer másPROLOGO
— Dejadme morir por ella, intercambio mi vida por la de Effie, solo llévame allá y tráela devuelta — suplicó Chaid Mackay, le dolía saber que su pequeña hermana había perdido la vida por haber ganado una apuesta estúpida.
— La vida y la muerte no depende de mí cuando aquella persona no es para este mucho, se va, desaparece, es la ley de la vida, no puedes decidir sobre esto, si te envío, no volverás.
— No tengo nada que perder — dijo y este sin más lo llevo ahí, sabía que en él había dolor, pero no arrepentimiento por su pasado, por su soberbia y esto lo dejaría como un alma errante en el mismo infierno.
¿A dónde viajarías si tuvieses la oportunidad de hacerlo?
En algún punto de la vida alguien nos ha formulado esta sencilla pregunta, iríamos al pasado cuando Cristo hubiese sido crucificado para asegurarnos que era verdad, iríamos a la construcción de aquellas tres pirámides que ha tantas teorías nos ha llevado en la actualidad, inclusive iríamos a ver a ver sur América antes de la conquista o sin irnos muy lejos, al tiempo de alguna de las guerra mundiales, pero no, contrario a esto, muchos no pensamos en los grandes sucesos, pensamos en ese momento que nos hizo feliz, a esa persona que perdemos y queremos pasar tan solo un momento más, con la convicción de que unos minutos antes harían la diferencia.
Y es esto lo que realmente añoramos, queremos tanto a los que tenemos como familia que no nos importaría ir al pasado por ellos, aquello era algo que Chaid pensaba, volver, pero quedarse, hacer aquel intercambió.
Adhara por su parte había vivido la soledad, sus padres ya no estaban, sentía no encajar a pesar de ser lo suficientemente popular, solo quería algo que le generará el amor que tanto necesitaba, sentía un vacío que llenará quinientos años atrás.
Aquel druida sabía que llevarlo allá sería un error, así que el futuro será su reto de redención, un lugar distinto, pero un amor destinado para toda vida.
CAPITULO 1
— One, two, three ¡Cuenten más fuerte! — les gritaba ADHARA aquella tarde, estaba preocupada, a una semana del campeonato estatal no tenían la pirámide lista.
— Jane, vas arriba, serás flyer principal, tu base será gigant y tu Gary harás lanzamiento, quiero un giro doble — daba órdenes de un lado a otro todo debía ser bueno.
Aquella tarde se la pasaron horas tratando de cuadrarlo todo, su reputación estaba en juego.
— ¡Y tú te largas ya mismo! — le dijo a Jonathan, este llevaba horas charlando y jugando con una de las chicas en la gradería, le miró seriamente y este enojado se fue, era una de las bases principales en el equipo y, sobre todo, era uno de los mejores gimnastas que había conocido, pero no esperaría a que él decidiera trabajar.
Esta era la capitana de uno de los equipos más famosos de porrismo en Estados Unidos, conocida en el mundo cheer por ser una de las mejores Flyers de la historia del deporte, su escuadra había sido tres años consecutivos los mejores en su país y a nivel internacional.
Muchos se confundían al hablar de aquel deporte, ¡Mujeres saltando y gritando porras para animar un equipo! No, muy alejado de eso, esa sí era una rama del porrismo, pero no era la base, competencias en las que la disciplina, gimnasia, fuerza, sincronización y espíritu eran la base, entrenaban por meses para que todo se definiera en tres minutos con veintiocho segundos, eso era todo, lo definitivo.
El entrenamiento acabó y Adhara salió bastante molesta, era lo único que le quedaba y no quería que algún idiota lo arruinara.
— ¿Estas bien? La irritación pulula a tu alrededor — dijo Jane cuando estaban solas en los vestidores.
— Solo es estrés por la competencia, sabes que Wolf irá con todo y nosotros no nos podemos dejar vencer — dijo, se tomaba demasiado enserió su papel.
La gente a su alrededor la saludaba, era popular y en redes tenía más de cinco millones de seguidores, verificada en la palomita azul, en pocas palabras, toda una celebridad desde que tenía doce años de edad.
Aquello no lograba llenar el vacío que sentía, el ejercicio, las notas perfectas, el físico deseado por muchos y la belleza que era popular, pero todo a su alrededor no era real, quizás sentía el cariño de Jane, pero de ahí no había más, tenía una tía que vivía a dos horas de su casa, está la saludaba en cada fecha importante, cumpleaños y navidad, desde que sus padres habían muerto en un huracán en florida hace algunos años, se había alejado de todo, ahora vivía en California.
Estudiaba historia y era bastante dedicada.
— ¿Así que basará tu trabajo en la batalla de coulloden? Pregunto su amiga cambiando de tema, esta igual que ella, estudiaban lo mismo.
— Sí, he investigado bastante y de verdad, es algo que me ha atrapado — dijo emocionada.
— Hablando de escoceses, ¿qué disfraz usarás para la fiesta? — le preguntó, era u a bastante grande que se llevaría en dos semanas, justo después del campeonato, el mismo día, treinta y uno de octubre, habían asistido a tantas juntas, que esta no sería la excepción.
— Quiero ser una colegiala sexy — dijo esta, haciendo que Jane celebrará, ella quería ser una monja, como aquel video de Lady Gaga.
— Me gusta, mañana vamos a mirar trajes, por ahora iré a ver a Scott, creo que distraerse mi mente y liberar toxinas, deberías hacer lo mismo — le dijo y Adhara solo se quedó mirándola, no quería hacerlo con nadie en el momento, había tenido un novio hace dos años y era su única relación larga, no podía decir que no había estado con más chicos, porque sí, habían cortado porque este no aguantaba que ella fuese tan perfeccionista, lo detestaba, ahora estaba en Atlanta, terminando la universidad y con una boda por delante, cuando se fue, pensó que iba a morir, pero nada más alejado que la realidad, el dolor le duró una semana y siguió su vida como si nada.
— En el festival, ahí te buscaré al amor de tu vida, recuerda mis palabras — dijo esta mientras se marchaba.
Quería a aquella loca, era muy contrario a lo que ella pensaba de la vida, pero se llevaban bastante bien, podía confiar en que esta jamás la dejaría.
— ¡Encuéntrame un sexy Highlander! — le grito entre risas.
Fue a casa, se preparó un chocolate con galletas de avena y nueces y se puso a leer, siempre se imaginaba en aquel libro, viviendo lo que otros pasaban.
Miro su reloj, hora de hacer ejercicio, vivía en un régimen, entrenamiento, estudiar, ejercicio y así todos los días, los fines de semana salía de fiesta viernes y sábado, no pasaba de la una de la mañana y no bebía alcohol, eran calorías vacías, tenía planificado su futuro de arriba abajo, esperaba cumplir su meta de trabajar en una revista famosa como national geográfic, escribir artículos y hacer investigaciones sobre historia, recorrer el mundo haciendo esto, el porrismo lo tendría por unos años, quería tener algo más, no solo aquello.
Una hora después estaba nuevamente sola, llamó a Jane, pero esta estaba ocupada.
— ¿Kevin? — dijo al teléfono, a veces le llamaba.
— ¿Como va todo? — le preguntó este, siempre hablaba con ella y le guardaba cariño, era la mujer perfecta, pero no para él.
— Bien, todo va bien, quería charlar un rato, ¿cómo van los preparativos de la boda? — preguntó, este estaba emocionado, Lara era todo lo que el necesitaba.
— Bien, creo que es más de lo que pensaba que sería, ninguno de los dos quiere algo grande y aun así estamos con una lista de cien invitados, ya sabes que tienes que venir — le dijo y está sonrió, le gustaba verlo feliz, lo merecía, haba sido un buen hombre y sabía que amaba a su actual pareja.
— ¡Claro que iré, estaré en primera fila! — respondió y después de una extensa charla, colgó.
Así era cada día, la monotonía se había convertido en algo que le hastiaba realmente, creía que en algún punto todo acabaría y eso le daba cierta molestia y la vez un poco de paz.
El día de la competencia había llegado, la hora de la verdad, estaba nerviosa, sus manos sudaban, quería ser la mejor y esperaba que todos también quisiesen serlo.
La pirámide que habían preparado había salido perfectamente, las alineaciones y saltos igual, pero no les había alcanzado, les había ganado por dos puntos, era algo que le llenaba de ira, lloro al ver que otros se estaban llevando su preciado premio, salió de ahí sin siquiera despedirse.
Quería caminar y así lo hizo, llena de purpurina, laca y un uniforme ajustado y corto llego a casa, en cuanto cerro su puerta lloro en soledad, estaba cansada incluso del porrismo, de tener que estar en la evaluación de lo que hacía.
— ¡A la m****a el cheer! — dijo y limpiándose las lágrimas decidió que por ese día comería sin miedo, una pizza y algunas cervezas fue lo primero, un helado de vainilla con chips de galleta siguió y un poco de gaseosa, era algo que no había probado en años.
Se sentía enérgica, Jane sabía que tan mal pudiese estar pasándolo y le pidió a su novio que la dejara ahí, en casa de su amiga, pasaría la noche acompañándola.
Esta al entrar se sorprendió al verla comiendo aquello, era totalmente rígida con la alimentación, se sentó a su lado y tomó un pedazo de pizza.
— No te la acabes sin mí — le dijo y está sonrió.
— Sabes que hoy es la fiesta, deberíamos ir, nos la pasaremos bien y mereces un momento de descanso — dijo y Adhara acepto sin rechistar, quería algo que la hiciera olvidar lo pésima que era su vida.
— Esta bien, compre mi traje hace días, no puedo esperar el próximo Halloween para probarlo — sin más y con una sonrisa se levantaron y comenzar a arreglarse, pasarían por la casa de Jane, esta se pondría su traje e irían.
Después de unas horas de arreglo y un muy buen disfraz de aquellas dos, salieron ante la mirada asombrada de Zara, la madre de Jane, está hubiese preferido verlas con cualquier cosa que no fuese aquello.
— Adiós señora Zara — dijo Adhara haciendo que la mujer sonreirá y le lanzará un beso, la quería como a una hija y sabía que se cuidaría mutuamente aquella noche.
— Nos divertiremos — sentenció Jane.
La música estaba alta, todos bailaban y las contagiaba de aquella energía.
— ¡Me gusta esto! — grito Adhara, comenzó a moverse al ritmo de la electrónica que no dejaba de sonar.
Había ángeles, demonios, hadas, puercos y hasta un bebé gigante en pañales, era el momento en el que la creatividad hacia su trabajo y todos decidían salir con algo diferente.
Esa noche estaba decidida a tomar y olvidar sus pequeños problemas, llevaba horas en las que no había parado, un poco mareada y con una amiga que parecía se iría en cualquier momento con Scott, este había llegado ahí y no paraban de besarse.
Miro a su alrededor y trastabillando se acercó a una mujer que vendía cervezas.
— Me das una, espero que esta fresca, porque me estoy muriendo de sed— dijo arrastrando las palabras de forma cómica, haciendo que aquella riera.
A su lado un hombre alto y vestido de Highlander paso, estaba igual de borracho que ella o un poco más, corrió hacia él, sin derramar un poco de su cerveza, no dejaría escapara aquel buenorro.
— Espera, Espera — le grito mientras lo tomaba de la mano, parando su paso.
— Highlander, ¿Bailamos? — le dijo de forma coqueta.
— No se dé habláis, no conozco los pasos de esta danza — aquella respuesta la hizo quedar aún más emocionada.
— Yo te enseño mi lord — le dijo siguiéndole el juego.
— Laird, jefe del clan Mackay —corrigió.
— Como diga —y sin más lo beso, este estaba sorprendido, pero siguió su juego, aquella pequeña rubia era demasiado sexy, aunque no entendía porque había cortado su Tartán, eso era una ofensa para el clan, quizás era una desterrada, pero le encantaba como le quedaba aquello.
En cuestión de minutos estaban en una casa rodante, no tenían ni la más mínima idea de quien sería, pero era perfecto, cuerpo de acero, cejas pobladas, cabello oscuro, un cabello castaño y ojos realmente bellos.
Era guapísimo y lo quería solo para ella.
— ¡Eres mío Laird Mackay! — dijo esta mientras lo besaba, este se estaba dejando llevar de aquella loca mujer, le estaba gustando demasiado, aquellos eran los placeres del mismísimo infierno, esos que lo querían ver sumido en aquel espejismo y no dejarlo salir jamás, pero aprovecharía esa noche, aquella tentación era demacrado grande, dulce y era imposible decirle que no.
— Maldito hades, solo por esta ves caeré — dijo fuertemente, haciendo que Adhara se emocionar aún más, la experiencia de estar con un guerrero escocés se estaba cumpliendo.
— ¡Si Hades, solo por esta vez! — la beso apasionadamente.
El día había llegado y con ella la luz que se colaba por las ventanas del lugar, Adhara despertó con un dolor en las piernas y con una cruda que no se imaginaba, miró a su lado y vio a aquel hombre inmenso, el sol le quedaba bastante bien en aquella piel bronceada.
— ¿Qué hiciste ADHARA? — se dijo así misma mientras se tiraba dramáticamente a la cama nuevamente.
La sinceridad podía jugar una mala pasada si no es expuesta correctamente, las acciones duras siempre tienen dos casas de la moneda y muchas veces las víctimas son aquellas que creen victimarios.Auba estaba en el punto en el que era ella quien había rechazado a su familia, estos la habían hecho ver así, la enemiga de su propia sangre, estaba claro que era todo lo contrario, pues aquella familia le había dañado de la manera más terrible.— Estaba esperando poder hablar yo — le dijo la joven al oído de Adhara, Chaid había marchado días atrás y a pesas de la tristeza y la añoranza, estaba segura de que volvería, ahora su mente estaba ocupada en el asunto que parecía querer trasnochar la más de lo que se imaginó.— Estoy pensando en ello, pero primero debo hacer que se calmen o tus palabras seran en vano — le contestó mientras se situaba nuevamente, quería que estos no le vieran débil aunque por dentro el miedo estaba haciendo estragos.No era para menos, un grupo de gente enfurecida y h
La tensión en el lugar era grande, todos estaban comenzando a especular sobre lo ocurrido, muchos de los que estaban en las calles comenzaron a rebelarse, diciendo que Adhara les trataría de manera incorrecta y que pasaría por sobre ella, lo que no tenían muy claro era que esta no dejaría que nadie hablara de un tema que nadie tenía contexto completo.— No quisiese preguntar qué es lo que ha pasado, pero teniendo en cuenta lo que está causando vuestra acción, necesito saberlo todo, si nos tenemos que defender que sea con algo de peso — le dijo Larissa esa mañana, parecía ser que Adhara estaba pasando el tiempo en su habitación, tenía cierto miedo de contar qué era lo que estaba sucediendo.— He de decirte que ha cualquiera que hubiese vivido lo mismo que Auba le defendería con las garras, de eso no tengas dudas —le dijo ella y Larissa se sentó a su lado, sabía que esta tarde o temprano le contaría todo lo ocurrido y esperaba que así fuese, pues estaba lidiando con un grupo que iba cre
Auba podía sentir la soledad, su madre siempre le había hecho entender de que nunca sería suficiente para un buen hombre, era algo que siempre había llevado sobre sus hombros, era la quinta de seis hermanos, los dos primeros ya casados, su única hermana era una de las mujeres más deseadas en el pueblo, había logrado casarse con un buen hombre y gozaba de una buena estabilidad.Ella por su lado había sido dada al castillo a cambio de la condonación de una deuda.Esa mañana le habían dado la noticia del fallecimiento de su abuelo, no sentía amor alguno por aquel hombre, quizás solo alivio, pues al final no tendría que volver a ver aquel rostro.Tomo su pequeño bolso y guardo lo necesario para el viaje, tenía que ser parte del funeral, costumbres que ella no podía violar, aunque quisiese.— ¿Te vas? — pregunto Adhara en cuanto la vio, había estado buscándola desde la tarde anterior, esta parecía haber desaparecido de la faz de la tierra, había escuchado el rumor de la muerte de un famili
Las despedidas siempre costaban un poco, Adhara veía a Chaid con algo de nostalgia, sabía que se demoraría algún tiempo, había leído algunos libros en los que las batallas podían durar días y a veces hasta años, no sabía cuándo sería el momento de volver, pero estaba segura de que no sería fácil.— Estará bien, algo que tiene Chaid es la manera de solucionar todo, en la batalla es formidable, muchos le llamaban el frío, no quisiese decir exactamente por qué, pero es temido en la guerra — le dijo Munro, sabía que la zozobra acompañaba el corazón de Adhara, pero él se encargaría de que no doliera tanto.— Sí, he escuchado eso, sé que Arran se quedará, no sé por qué nunca va — preguntó ella, Larissa que estaba a su lado sonrió, se le había prometido a la madre de este que no lo mandarían a la guerra, por muy buen guerrero que fuese, nadie sabía mucho de su familia, había llegado ahí aún en gestación, su madre había pedido que cuando naciese, se le diera un lugar ahí, nunca supieron su as
En frente de una especie de fogata, así como el treinta y uno de octubre estaban Adhara completamente ensimismada en la magnitud de aquella familia, eso eran para ella, una enorme familia, el pueblo que quizás el destino había escogido para ella.Se preguntaba por su vida anterior, por su amiga y lo que esta estaba haciendo.Jane había seguido su vida, en su mente no había mucho interés en buscar a su amiga, más cuando esta parecía quedar en el olvido, eran vagos los recuerdos que quedaban de ella, así que siguió con su carrera, sus amigos y con un bebé en camino, estaba abrumada, pues aun creía ser muy joven para ser madre, estaba analizando sus opciones.— Cuando tu mente vaga de esa manera, siempre tienes mucho que decir, ¿Qué agobia tus pensamientos? — le pregunto Munro, este era un hombre de pocas palabras, siempre tenía un rostro serio y sin ápice de sonreír, pero cuando se trataba de Adhara, era imposible estar en completa seriedad, ella lograba sacar ese lado que nunca se ima
Los derechos universales de cada ser humano se habían establecido en 1948, un diez de diciembre, estaba claro que después de la experiencia en la segunda Guerra mundial, se llegó al consenso de que era necesario implementar leyes universales que se respetasen lo que era cada individuo.— Si eres del futuro, ¿puedes predecir mi muerte? — le preguntó aquella mañana, cada día era un momento de conversaciones interesantes.— De hecho no, pero sé que tu clan es uno de los más fuertes, uno de los clanes principales en Escocia hasta el futuro, mi presente en ese tiempo, pero de ti escuché nada.Pero algo que me llamó la atención cuando llegaste a mí en ese día, era que decías que le habías intercambiado la vida a Aod para que este te dejara devolverle la vida a Effie, no hablaste de la de tu madre, pero temo que ella tampoco seguía con vida, pues me dijiste sobre que no habías podido protegerlas — le come to y este se quedó completamente serio, lo se imaginaba que algo así pudiese haber pasa
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