HIGHLANDER, ¿BAILAMOS?
HIGHLANDER, ¿BAILAMOS?
Por: Estef-letras
CAPITULO 1

PROLOGO

— Dejadme morir por ella, intercambio mi vida por la de Effie, solo llévame allá y tráela devuelta — suplicó Chaid Mackay, le dolía saber que su pequeña hermana había perdido la vida por haber ganado una apuesta estúpida.

— La vida y la muerte no depende de mí cuando aquella persona no es para este mucho, se va, desaparece, es la ley de la vida, no puedes decidir sobre esto, si te envío, no volverás.

— No tengo nada que perder — dijo y este sin más lo llevo ahí, sabía que en él había dolor, pero no arrepentimiento por su pasado, por su soberbia y esto lo dejaría como un alma errante en el mismo infierno.

¿A dónde viajarías si tuvieses la oportunidad de hacerlo?

En algún punto de la vida alguien nos ha formulado esta sencilla pregunta, iríamos al pasado cuando Cristo hubiese sido crucificado para asegurarnos que era verdad, iríamos a la construcción de aquellas tres pirámides que ha tantas teorías nos ha llevado en la actualidad, inclusive iríamos a ver a ver sur América antes de la conquista o sin irnos muy lejos, al tiempo de alguna de las guerra mundiales, pero no, contrario a esto, muchos no pensamos en los grandes sucesos, pensamos en ese momento que nos hizo feliz, a esa persona que perdemos y queremos pasar tan solo un momento más, con la convicción de que unos minutos antes harían la diferencia.

Y es esto lo que realmente añoramos, queremos tanto a los que tenemos como familia que no nos importaría ir al pasado por ellos, aquello era algo que Chaid pensaba, volver, pero quedarse, hacer aquel intercambió.

Adhara por su parte había vivido la soledad, sus padres ya no estaban, sentía no encajar a pesar de ser lo suficientemente popular, solo quería algo que le generará el amor que tanto necesitaba, sentía un vacío que llenará quinientos años atrás.

Aquel druida sabía que llevarlo allá sería un error, así que el futuro será su reto de redención, un lugar distinto, pero un amor destinado para toda vida.

CAPITULO 1

— One, two, three ¡Cuenten más fuerte! — les gritaba ADHARA aquella tarde, estaba preocupada, a una semana del campeonato estatal no tenían la pirámide lista.

— Jane, vas arriba, serás flyer principal, tu base será gigant y tu Gary harás lanzamiento, quiero un giro doble — daba órdenes de un lado a otro todo debía ser bueno.

Aquella tarde se la pasaron horas tratando de cuadrarlo todo, su reputación estaba en juego.

— ¡Y tú te largas ya mismo! — le dijo a Jonathan, este llevaba horas charlando y jugando con una de las chicas en la gradería, le miró seriamente y este enojado se fue, era una de las bases principales en el equipo y, sobre todo, era uno de los mejores gimnastas que había conocido, pero no esperaría a que él decidiera trabajar.

Esta era la capitana de uno de los equipos más famosos de porrismo en Estados Unidos, conocida en el mundo cheer por ser una de las mejores Flyers de la historia del deporte, su escuadra había sido tres años consecutivos los mejores en su país y a nivel internacional.

Muchos se confundían al hablar de aquel deporte, ¡Mujeres saltando y gritando porras para animar un equipo! No, muy alejado de eso, esa sí era una rama del porrismo, pero no era la base, competencias en las que la disciplina, gimnasia, fuerza, sincronización y espíritu eran la base, entrenaban por meses para que todo se definiera en tres minutos con veintiocho segundos, eso era todo, lo definitivo.

El entrenamiento acabó y Adhara salió bastante molesta, era lo único que le quedaba y no quería que algún idiota lo arruinara.

— ¿Estas bien? La irritación pulula a tu alrededor — dijo Jane cuando estaban solas en los vestidores.

— Solo es estrés por la competencia, sabes que Wolf irá con todo y nosotros no nos podemos dejar vencer — dijo, se tomaba demasiado enserió su papel.

La gente a su alrededor la saludaba, era popular y en redes tenía más de cinco millones de seguidores, verificada en la palomita azul, en pocas palabras, toda una celebridad desde que tenía doce años de edad.

Aquello no lograba llenar el vacío que sentía, el ejercicio, las notas perfectas, el físico deseado por muchos y la belleza que era popular, pero todo a su alrededor no era real, quizás sentía el cariño de Jane, pero de ahí no había más, tenía una tía que vivía a dos horas de su casa, está la saludaba en cada fecha importante, cumpleaños y navidad, desde que sus padres habían muerto en un huracán en florida hace algunos años, se había alejado de todo, ahora vivía en California.

Estudiaba historia y era bastante dedicada.

— ¿Así que basará tu trabajo en la batalla de coulloden?  Pregunto su amiga cambiando de tema, esta igual que ella, estudiaban lo mismo.

— Sí, he investigado bastante y de verdad, es algo que me ha atrapado — dijo emocionada.

— Hablando de escoceses, ¿qué disfraz usarás para la fiesta? — le preguntó, era u a bastante grande que se llevaría en dos semanas, justo después del campeonato, el mismo día, treinta y uno de octubre, habían asistido a tantas juntas, que esta no sería la excepción.

— Quiero ser una colegiala sexy — dijo esta, haciendo que Jane celebrará, ella quería ser una monja, como aquel video de Lady Gaga.

— Me gusta, mañana vamos a mirar trajes, por ahora iré a ver a Scott, creo que distraerse mi mente y liberar toxinas, deberías hacer lo mismo — le dijo y Adhara solo se quedó mirándola, no quería hacerlo con nadie en el momento, había tenido un novio hace dos años y era su única relación larga, no podía decir que no había estado con más chicos, porque sí, habían cortado porque este no aguantaba que ella fuese tan perfeccionista, lo detestaba, ahora estaba en Atlanta, terminando la universidad y con una boda por delante, cuando se fue, pensó que iba a morir, pero nada más alejado que la realidad, el dolor le duró una semana y siguió su vida como si nada.

— En el festival, ahí te buscaré al amor de tu vida, recuerda mis palabras — dijo esta mientras se marchaba.

Quería a aquella loca, era muy contrario a lo que ella pensaba de la vida, pero se llevaban bastante bien, podía confiar en que esta jamás la dejaría.

— ¡Encuéntrame un sexy Highlander! — le grito entre risas.

Fue a casa, se preparó un chocolate con galletas de avena y nueces y se puso a leer, siempre se imaginaba en aquel libro, viviendo lo que otros pasaban.

Miro su reloj, hora de hacer ejercicio, vivía en un régimen, entrenamiento, estudiar, ejercicio y así todos los días, los fines de semana salía de fiesta viernes y sábado, no pasaba de la una de la mañana y no bebía alcohol, eran calorías vacías, tenía planificado su futuro de arriba abajo, esperaba cumplir su meta de trabajar en una revista famosa como national geográfic, escribir artículos y hacer investigaciones sobre historia, recorrer el mundo haciendo esto, el porrismo lo tendría por unos años, quería tener algo más, no solo aquello.

Una hora después estaba nuevamente sola, llamó a Jane, pero esta estaba ocupada.

— ¿Kevin? — dijo al teléfono, a veces le llamaba.

— ¿Como va todo? — le preguntó este, siempre hablaba con ella y le guardaba cariño, era la mujer perfecta, pero no para él.

— Bien, todo va bien, quería charlar un rato, ¿cómo van los preparativos de la boda? — preguntó, este estaba emocionado, Lara era todo lo que el necesitaba.

— Bien, creo que es más de lo que pensaba que sería, ninguno de los dos quiere algo grande y aun así estamos con una lista de cien invitados, ya sabes que tienes que venir — le dijo y está sonrió, le gustaba verlo feliz, lo merecía, haba sido un buen hombre y sabía que amaba a su actual pareja.

— ¡Claro que iré, estaré en primera fila! — respondió y después de una extensa charla, colgó.

Así era cada día, la monotonía se había convertido en algo que le hastiaba realmente, creía que en algún punto todo acabaría y eso le daba cierta molestia y la vez un poco de paz.

El día de la competencia había llegado, la hora de la verdad, estaba nerviosa, sus manos sudaban, quería ser la mejor y esperaba que todos también quisiesen serlo.

La pirámide que habían preparado había salido perfectamente, las alineaciones y saltos igual, pero no les había alcanzado, les había ganado por dos puntos, era algo que le llenaba de ira, lloro al ver que otros se estaban llevando su preciado premio, salió de ahí sin siquiera despedirse.

Quería caminar y así lo hizo, llena de purpurina, laca y un uniforme ajustado y corto llego a casa, en cuanto cerro su puerta lloro en soledad, estaba cansada incluso del porrismo, de tener que estar en la evaluación de lo que hacía.

— ¡A la m****a el cheer! — dijo y limpiándose las lágrimas decidió que por ese día comería sin miedo, una pizza y algunas cervezas fue lo primero, un helado de vainilla con chips de galleta siguió y un poco de gaseosa, era algo que no había probado en años.

Se sentía enérgica, Jane sabía que tan mal pudiese estar pasándolo y le pidió a su novio que la dejara ahí, en casa de su amiga, pasaría la noche acompañándola.

Esta al entrar se sorprendió al verla comiendo aquello, era totalmente rígida con la alimentación, se sentó a su lado y tomó un pedazo de pizza.

— No te la acabes sin mí — le dijo y está sonrió.

— Sabes que hoy es la fiesta, deberíamos ir, nos la pasaremos bien y mereces un momento de descanso — dijo y Adhara acepto sin rechistar, quería algo que la hiciera olvidar lo pésima que era su vida.

— Esta bien, compre mi traje hace días, no puedo esperar el próximo Halloween para probarlo — sin más y con una sonrisa se levantaron y comenzar a arreglarse, pasarían por la casa de Jane, esta se pondría su traje e irían.

Después de unas horas de arreglo y un muy buen disfraz de aquellas dos, salieron ante la mirada asombrada de Zara, la madre de Jane, está hubiese preferido verlas con cualquier cosa que no fuese aquello.

— Adiós señora Zara — dijo Adhara haciendo que la mujer sonreirá y le lanzará un beso, la quería como a una hija y sabía que se cuidaría mutuamente aquella noche.

— Nos divertiremos — sentenció Jane.

La música estaba alta, todos bailaban y las contagiaba de aquella energía.

— ¡Me gusta esto! — grito Adhara, comenzó a moverse al ritmo de la electrónica que no dejaba de sonar.

Había ángeles, demonios, hadas, puercos y hasta un bebé gigante en pañales, era el momento en el que la creatividad hacia su trabajo y todos decidían salir con algo diferente.

Esa noche estaba decidida a tomar y olvidar sus pequeños problemas, llevaba horas en las que no había parado, un poco mareada y con una amiga que parecía se iría en cualquier momento con Scott, este había llegado ahí y no paraban de besarse.

Miro a su alrededor y trastabillando se acercó a una mujer que vendía cervezas.

— Me das una, espero que esta fresca, porque me estoy muriendo de sed— dijo arrastrando las palabras de forma cómica, haciendo que aquella riera.

A su lado un hombre alto y vestido de Highlander paso, estaba igual de borracho que ella o un poco más, corrió hacia él, sin derramar un poco de su cerveza, no dejaría escapara aquel buenorro.

— Espera, Espera — le grito mientras lo tomaba de la mano, parando su paso.

— Highlander, ¿Bailamos? — le dijo de forma coqueta.

— No se dé habláis, no conozco los pasos de esta danza — aquella respuesta la hizo quedar aún más emocionada.

— Yo te enseño mi lord — le dijo siguiéndole el juego.

— Laird, jefe del clan Mackay —corrigió.

— Como diga —y sin más lo beso, este estaba sorprendido, pero siguió su juego, aquella pequeña rubia era demasiado sexy, aunque no entendía porque había cortado su Tartán, eso era una ofensa para el clan, quizás era una desterrada, pero le encantaba como le quedaba aquello.

En cuestión de minutos estaban en una casa rodante, no tenían ni la más mínima idea de quien sería, pero era perfecto, cuerpo de acero, cejas pobladas, cabello oscuro, un cabello castaño y ojos realmente bellos.

Era guapísimo y lo quería solo para ella.

— ¡Eres mío Laird Mackay! — dijo esta mientras lo besaba, este se estaba dejando llevar de aquella loca mujer, le estaba gustando demasiado, aquellos eran los placeres del mismísimo infierno, esos que lo querían ver sumido en aquel espejismo y no dejarlo salir jamás, pero aprovecharía esa noche, aquella tentación era demacrado grande, dulce y era imposible decirle que no.

— Maldito hades, solo por esta ves caeré — dijo fuertemente, haciendo que Adhara se emocionar aún más, la experiencia de estar con un guerrero escocés se estaba cumpliendo.

— ¡Si Hades, solo por esta vez! — la beso apasionadamente.

El día había llegado y con ella la luz que se colaba por las ventanas del lugar, Adhara despertó con un dolor en las piernas y con una cruda que no se imaginaba, miró a su lado y vio a aquel hombre inmenso, el sol le quedaba bastante bien en aquella piel bronceada.

— ¿Qué hiciste ADHARA? — se dijo así misma mientras se tiraba dramáticamente a la cama nuevamente.

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