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Capítulo 5: Lo que hace un caballero.

En la casa de Rebecca, los gemelos Liam y William hablaban bajo las sábanas.

—Ese señor que te salvo, se parecía a nosotros, tenía el pelo negro y los ojos azules, y su piel estaba muy rayada, pero me gustó estar cerca de él, ¿No crees Liam? — cuestionó William.

Liam asintió.

—Pero a mamita no le gustó, y no lo conoce o nos habría dicho…yo creo que en este pueblito en donde mamita vivió cuando era chiquita, vive nuestro verdadero papito, aunque mamita no sepa quién es…nunca nos ha contado nada de él. — respondió Liam.

Pensando un poco, William bajó de la cama y caminó con sus piecitos descalzos hacia las maletas, tomando de una de ellas aquella tarjeta arrugada que Lorenzo Visconti le había dado a su madre, y luego corrió de regreso a la cama.

—Tengo una idea…el señor que te salvó tenía un auto muy bonito yo lo vi, y yo creo que ese señor tiene mucho dinero, vamos a buscarlo para pedirle que nos ayude a encontrar a nuestro papito, él le dijo a mamita que le llamara para decirle si quería algo. — dijo William con emoción.

Liam sonrió ampliamente. Él también quería volver a ver al señor que lo había salvado.

—¡Si es una buena idea! — respondió Liam.

—Shh, no grites, o esa nana nos va a volver a regañar porque no estamos dormidos. — regañó William.

Riéndose despacito ambos, los gemelos de cabellos negros y ojos de zafiro, habían decidido buscar a su padre.

En Estados Unidos, Henry Pines observaba sus cuentas bancarias, estas poco a poco se habían ido vaciando, pues mantener el estilo lujoso de Vanessa, su nueva mujer y la hermana mayor de su ex esposa Victoria, se había endeudado más de la cuenta aun a pesar de haber vaciado hasta el último dólar de la cuenta de Victoria.

—Esto es increíble… — dijo Vanessa que salía de su habitación hacia donde estaba Henry.

—¿Ocurre algo? — cuestionó Henry.

—Mi hermana se ha ido de su departamento, la muy tonta lo perdió por no poder pagar la deuda que le dejamos en el banco…sin duda es toda una fracasada, ahora mis padres no tienen idea de donde está ella y sus dos mocosos salidos de probeta. — se burló Vanessa.

Henry sonrió.

—Seguramente volvió a Palermo…y si está allí, no tardara en volver a hacerse de dinero…entonces, tal vez en los próximos meses deberíamos hacerle una visita…además de que seguramente nos pagarían muy bien si logramos saber quién fue quien le donó el material para Liam y William…esos genes, no creo que vengan de cualquier sitio. Si resultan ser los hijos de un hombre rico, podríamos chantajearlo. — respondió Henry.

Vanessa sonrió maliciosa.

En Palermo, Italia, Victoria se había quedado boquiabierta después de ver al mismo hombre que había salvado a su pequeño Liam defendiéndola de aquel pervertido. Lorenzo, miraba a Maurice Lefevre con un odio atroz, pues aun sabiendo que la ayuda de aquel hombre era importante, jamás había soportado ver como un hombre maltrataba o le faltaba el respeto a una mujer frente a él, no después de haber vivido una infancia infeliz viendo a su madre sufrir a manos de su padre.

—Le advertí, señor Lefevre, que no debía de faltarle al respeto a mis empleadas… — dijo Lorenzo con voz cavernosa, empujando a Maurice lejos de la mujer rubia a sus espaldas.

Maurice escupió indignado ante aquella acción.

—¡Es solo una zorra más de las que trabajan en su establecimiento señor Lorenzo!, puedo pagarle una buena cantidad si me permite pasar la noche con ella, usted necesita de mi ayuda y de la ayuda de mi gente, ¡No pierda la oportunidad de tener mi poder a su disposición por una mujer sin valor! — gritó Maurice.

Lorenzo abrió los ojos con gravedad ante las palabras de aquel hombre.

—¿Una mujer sin valor? — cuestionó Lorenzo recordando que la hermosa rubia a sus espaldas era la madre de dos pequeños, y con aquellas palabras haciendo eco en su mente, recordó durante un instante los peores años de su vida.

Caminando imponente hacia Maurice, Lorenzo lo tomó por el cuello de su costosa camisa de diseñador. Intimidado, Maurice comenzó a temblar notando la mirada que le prometía el infierno que Lorenzo le estaba regalando.

—Soy un hombre importante también señor Lorenzo, no cometa el error de ganarme como su enemigo solo por esa mujerzuela. Ella es solo una pu… —

Maurice no terminó de decir aquella frase, cuando el poderoso puño de Lorenzo se impactó en su rostro haciéndolo sangrar fuertemente por la nariz, y haciendo que este cayera con violencia al suelo. En ese momento los hombres de Maurice entraron para levantar al regordete hombre del suelo en donde había perdido el conocimiento.

Sacudiéndose la sangre del puño, Lorenzo miró despectivamente a aquel hombre.

—Llévense a esa basura de mi bar, desde este momento Maurice Lefevre y sus hombres no son bienvenidos en mi territorio…yo no hago tratos con cobardes que ofenden y agreden a mujeres… — dijo Lorenzo con seriedad, mientras sacaban al regordete Lefevre de aquel camerino.

Victoria se había quedado en completo silencio sin saber que decir o cómo reaccionar ante lo que acababa de presenciar. En ese momento, Lorenzo se acercó hacia ella.

—¿Te hizo algún daño? — cuestionó Lorenzo.

Victoria negó.

—No, tan solo me hizo una propuesta indecente, lamento haberle ocasionado problemas…es usted, el dueño de este lugar, ¿No es así? — cuestionó Victoria mirando a Lorenzo a los ojos y notando el color azul zafiro de estos…aquel azul idéntico al que tenían sus hijos.

Lorenzo asintió y luego sonrió.

—Esta es la segunda vez que te salvo de algo…ya me debes dos favores, y dime, ¿Cómo vas pagarme?, puedo despedirte ahora mismo por haber causado este alboroto, y entonces…

—Le pido que no lo haga. — interrumpió Victoria. — Lamento haberle causado este problema, pero permítame trabajar aquí, al menos en lo que logro encontrar un empleo más adecuado…mi apellido es Bianchi, mi nombre, no quiero decirlo, igualmente siendo el dueño, usted lo podrá saber, le pagaré por haber salvado la vida de mi hijo y también por haberme defendido de ese hombre asqueroso. Lo juro. — terminó de decir Victoria.

Lorenzo vio la seriedad en la mirada de tormenta de aquella mujer, y repentinamente soltó una carcajada.

—Ma hablaste mal después de salvar a tu hijo, y ahora te niegas a decirme tu nombre y me has mandando a averiguarlo por mi cuenta, no crees, Bianchi, ¿Qué tientas demasiado a tu buena suerte? — respondió Lorenzo caminando hacia Victoria y haciendo que esta retrocediera hasta topar con la pared.

Quedando frente a frente, Lorenzo sonrió de manera torcida, definitivamente aquella mujer era demasiado interesante, concluyó.

Sin dejarse intimidar a pesar de sentirse nerviosa de tener a aquel hombre tan apuesto cerca de ella, Victoria siguió sosteniéndole la mirada.

—No me dejo intimidad fácilmente, señor. — respondió Victoria ya convencida de haber escuchado aquel nombre en algún sitio.

Lorenzo sonrió y luego se alejó de ella.

—Termina de vestirte, Bianchi, te llevaré a tu casa, no puedes negarte. Ya verás como consigo lo que quiera de ti, incluido tu nombre. — respondió Lorenzo.

Victoria frunció el entrecejo. Aquel hombre intimidante, parecía ser mucho más que el simple dueño de un bar de lujo. Sin embargo, no pudo evitar pensar, que aquel hombre de apariencia ruda, era un caballero. 

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