Los gemidos demasiado escandalosos inundaban aquella suite de lujo en el hotel, risitas traviesas y sonidos extraños, dejaban muy claro lo que allí estaba ocurriendo, dos mujeres jugueteaban con su miembro haciéndolo sentir demasiado placer, Laurent se había vuelto adicto a las mujeres por las cuales tenía que pagar, ninguna nunca se negaba a hacer lo que el deseaba, y, además, se esmeraban en complacerlo, ellas mismas se lo decían, siempre era un placer atenderlo como cliente, no las maltrataba demasiado y era también muy atractivo, había llegado a saber que incluso las chicas se peleaban por ser quien lo atendiera cuando solicitaba ese servicio.

Toquidos en la puerta interrumpieron su diversión haciéndolo rechistar y fruncir el ceño, levantándose de la cama completamente desnudo, Laurent abrió la puerta solo para encontrar a la hermosa medica de cabellos castaños que lo miro con ironía.

— Buenos días Laurent, tenemos que hablar, ¿Te importaría cubrirte? — dijo Alessia con un sonrojo