Giorgia inspira profundamente y sonríe cuando ve aparecer en su campo de visión el coche de Julian, que unos segundos después se detiene frente a ella. Julian se apresura a salir, en tanto Giorgia baja los tres escalones que la llevan de la entrada del edificio a la acera.
—Buenas noches, preciosa —la saluda él, inclinándose para darle un beso en los labios. Al separarse, la mira a los ojos—. ¿Por qué no me esperaste adentro, hasta que yo te avisara que estaba aquí?
Le pone una mano en la parte baja de la espalda y suavemente la empuja hacia el coche. Giorgia se encoge de hombros despreocupadamente.
—Había terminado todo el trabajo pendiente hace un rato y ya no quería seguir allá adentro. Quería verte.
Abriendo la puerta del coche, Julian sonríe.
—¿Eso significa que me has extrañado?
Giorgia se gira y queda de frente a él, aprisionada entre su grande y fuerte cuerpo de tentación y el coche.
—Sí, eso significa —responde, mirándolo a los ojos. Una sonrisa pícara florece en su boca. L