~Damián~

En el momento en que la puerta hizo clic detrás de ella, me quedé sentado. Todavía desnudo, empapado en su aroma, mirando el débil rastro de flujo que dejó en el suelo, como si su cuerpo estuviera tratando de marcar cada paso, como si no hubiera descubierto cómo dejar de gotear toda la suciedad que le había metido.

Joder.

Me recosté con el pecho agitado, la réplica aún zumbaba en mis venas. Mi polla estaba medio dura de nuevo, temblando contra mi estómago, brillando con la misma mezcla de su excitación y mi semen, que había estado goteando de ella durante lo que parecieron horas.

Mi mano fue a mi mandíbula y bajó lentamente, estaba tratando de respirar, tratando de calmar a la bestia en mí. Pero luego miré hacia abajo, y las vi.

Sus braga jodidamente húmedas.

Estaban amontonadas en la esquina como si no supieran qué demonios acababa de pasar. Retorcidas, suaves y empapadas con todo lo que acabábamos de hacer.

Y me congelé.

Porque, joder, las dejó.

Las alcancé lenta y reverent