–A buscar algo de beber –miento, y él asiente, dejándome ir y acurrucándome de nuevo en su almohada. Espero unos minutos a que vuelva a dormirse.
Camino hacia el vestidor y tomo una de las camisas de Ryden de la percha.
–Has bebido demasiado, Kat. No creo que pueda transformarme. Me siento mareada –gime Kora. Genial, ahora tengo que correr. Sin embargo, me siento bien. Tomo un pantalón de chándal y un suéter, me los pongo, dejando la camisa de Ryden en el suelo y salgo sigilosamente de la habitación.
Al bajar las escaleras, me olvido del tercer escalón, y este cruje bajo mi pie. Mi corazón casi se detiene con el ruido, amplificado por el silencio ensordecedor que ha caído sobre la casa. Al no escuchar movimiento, me dirijo hacia la parte trasera de la casa de la manada y salgo por la puerta trasera.
Me toma treinta minutos llegar, más que la última vez, y me quedo alrededor de una hora hasta que mi madre me dice que regrese a casa porque no puedo dejar de bostezar. Caminando pesadamen