Tessa se aleja contoneando las caderas mientras entra tras él. Me quedo allí, hirviendo de rabia hacia ella, y la intensa ira me sorprende. He estado enojada antes, pero el odio visceral que se ha formado hacia ella me toma por sorpresa. Hay un odio vehemente dentro de mí, y no solo porque me haya empujado por las escaleras. El sándwich que el Alfa intentó hacerme comer está aplastado en una masa y miro mi mano con una mueca. ¿Qué estoy haciendo?

Algo es diferente. Miro alrededor del patio trasero. Hay filas de rostros conmocionados devolviéndome la mirada. Los miro de vuelta. ¿Acaso no han visto a nadie enojarse antes? Suspiro y arrojo la masa del sándwich aplastado a la basura.

Todos siguen mirándome. Susurran entre sí detrás de manos ahuecadas. Mis mejillas arden.

¿Por qué no ha cambiado nada? Junto con las familiares punzadas de vergüenza, las llamas de la ira burbujean dentro de mí. Los miembros de la Manada retroceden y bajan la cabez