Suegra, signo de mala suerte

María Isabel

Observo como Abdil está pegado a la puerta con el rostro tenso, los dedos blancos de tanto apartar la madera, su cuerpo literalmente parece un ancla en el suelo. Baruk viene detrás de mí, me sostiene de la cintura y hace que nos acerquemos a él y a quien sea que esté en la puerta.

— ¿Abdil? Oye, está bien que puedes llegar a ser un inútil pero sostener puertas no es un empleo —- que mal chiste, no me gusta su sentido del humor.

Se queda helado cuando ve a los tres hombres y a una muy bonita mujer adulta parada delante de Adbil, ellos sonríen al ver a mi... ¿Novio? No lo sé, no tenemos una etiqueta fija, ellos no me han propuesto.

— ¿Mamá? ¿Papás? —- su agarre en mi cintura se intensifica, me duele un poco.

— Duele... No seas animal — Abdil reacciona, ingresa del todo a la casa permitiendo que sus padres entren — Baruk... Ya basta de apretar — digo algo enojada y dando un codazo a su costado para hacerlo soltarme, lo hace — Por fin, creí que te volviste sordo de repente.

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