Episodio 3

BRENTT

La cabeza me estalla, los nervios me corroen, pero toda duda se disipa cuando Fabricio entra a mi despacho con mi hijo en brazos, lo pensé muy bien antes de hacer esto, en primera porque es arriesgado y no quiero ponerlo en peligro, hemos corroborado toda la información, y al final, quise saber cómo era y la mujer que lo dio a luz. 

—Tardaste demasiado —le gruño. 

—No es cosa fácil, ya lo sabes, si de por sí, traer a una persona adulta lo es, con un bebé se corre más peligro. 

Dejo de lado todo lo que me dice cuando me lo entrega, es tan frágil y tan pequeño, que temo por un segundo romperlo en dos, aparto de su rostro la manta que lo cubre, y detallo sus facciones, mi bebé es rubio, lo cual sacó de su madre, y sus ojos son verdes, tal y como los míos, 

—¿El dinero se le ha transferido con éxito a la madre? —pregunto sin apartar la mirada de mi hijo, quien me tiene anonadado con lo perfecto que es. 

—Por supuesto, incluyendo el 50% adicional que demandaste ingresarle.

Asiento satisfecho. 

DÍAS DESPUÉS…

Muevo el cuello con estrés, tensando la mandíbula con tanta fuerza que la presión resulta dolorosa, recargo mi peso en las muletas y comienzo a caminar con dificultad, pero mis pasos son firmes, hace dos años que un accidente cambió mi vida, dejándome en silla de ruedas por un tiempo, con la ayuda de los expertos ingleses, he podido mejorar en secreto, y ahora ya puedo caminar aunque el esfuerzo duele como la m****a.

Han pasado dos semanas y media desde que Fabricio me llamó para informarme que mi hijo había nacido, Mael, como me dijo la mujer que le gustaría que se llamase, lo conservé solo en señal de agradecimiento por lo que hizo, fuera de lo económico y que fue por su propia voluntad. Ahora, está custodiado las veinticuatro horas del día, con personal, atendiendo sus necesidades en lo que arreglo nuestro regreso a Italia. 

La Cosa Nostra está empujando a mi padre a tomar decisiones que ya no debería, incluso tuvo que cambiar la fecha de su festejo por su cumpleaños 60, la orden también está sometiendo a la organización, es por ello que mi padre se siente acorralado como un ratón, ellos quieren que despose a Yara Roman, la hija del consigliare, un hombre tan ambicioso como mi padre. 

El asunto es que Yara es peligrosa, hacerlo es echarme encima al peor de los alacranes, sé que está enamorada de mí, me lo ha hecho saber desde qué éramos niños, ambos crecimos bajo las reglas y dominio de la mafia italiana, es una buena mujer, pero que siempre estará del lado de su padre y yo necesito lealtad solo a mí. No una mujer que me pueda clavar el puñal por la espalda si su padre se lo pide. 

De cualquier manera, estoy preparando un golpe de estado contra ellos, aquí quien será el jefe soy yo, y quien impondrá las nuevas reglas seré yo. Al terminar de caminar de un lado a otro como ejercicio, decido caer sobre mi silla de ruedas, de nuevo, enseguida suena mi móvil, parpadeando con el número de uno de mis detectives privados. 

—¿Ahora qué? —atiendo. 

—Siento la molestia, señor White —habla—. Pero me temo que esto es urgente. 

Guardo silencio, saben bien que a esta hora del día no pueden llamarme, a menos que sea una emergencia casi de nivel mundial, las practicas para la mejora de mis piernas son indispensables y odio estar distraído. 

—Más te vale que sea urgente —gruño. 

—Se trata de la madre de alquiler, la señorita Lynette Finn —espeta. 

De pronto, es como si el aire quemara mis pulmones, respiro con profundidad. 

—¿Qué pasa con ella? —mis puños se aprietan—. ¿Acaso quiere más dinero? 

Era de esperarse de ser el caso, las mujeres que suelen trabajar en esto, pese a que fue su primer alquiler, según lo que me contó Fabricio, al ver que su cliente es millonario y de que hay un contrato de por medio, que si violan se verán con la necesidad de pagar una bonificación extra al cliente, una muy millonaria, piden un extra como atención. 

—No se trata de eso —responde mi detective. 

—¿Entonces? —comienzo a ponerme de la humor. 

—Me temo que no fue solo un hijo el que tuvo, sino, dos, gemelos idénticos, al parecer, una enfermera que apenas estaba trabajando en su primer día, no sabía nada de lo ocurrido y le entregó solo un bebé a su abogado —me explica—. Uno de los gemelos nació débil y fue llevado a cuidados intensivos, ese fue el asunto de la confusión. 

La vida parece darme un nuevo golpe que me deja noqueado por un par de segundos. 

—Hay algo más —carraspea al otro lado de la línea. 

Me quedo en un profundo silencio mientras mis ideas toman forma. 

—Al parecer alguien intentó matar a su hijo, el que estaba débil, un doctor llamado Zair Kaegan lo salvó, no saben nada, pero pasa que fue una mujer vestida de enfermera, es por eso que la señorita Finn, pretende llevárselo a Italia, ella cree que usted no quiso al bebé —finaliza con simpleza. 

Intentaron matar a mi otro hijo, eso quiere decir que la mafia turca ya está enterada de lo sucedido, si no ha dicho nada a la italiana, es porque tienen otros planes, es un hecho, mis hijos corren más peligro del que imaginaba. 

—Consígueme el número de vuelo de Lynette, la hora y todo —ordeno. 

—Como me ordene. 

Colgamos. 

Lynette Finn, pudo haber tomado el dinero y en cuanto se enteró de que eran gemelos y que uno de ellos estaba mal, dejarlo a su suerte, como toda mujer ambiciosa que ha conseguido lo que quiere, hubiera hecho, más, en cambio, ella no, prefirió cargar con la responsabilidad y hacerse cargo del bebé. 

Fabricio dijo que era una mujer hermosa, rubia y de ojos grises, es por ello que mis hijos nacieron con el cabello rubio, pero con mis ojos, no hace falta ser un tonto para darse cuenta de que mis hijos nacieron con buenos genes. Ella no es como las demás, no la conozco, sin embargo, tengo una corazonada. 

Los engranajes de mi cabeza comienzan a girar hasta que tomo la decisión de ofrecerle un segundo contrato, uno que no puede rechazar. Uno que tendrá como vigencia dos años, mismos en los que tendré que someter a la orden y callarle la boca a la Cosa Nostra. En especial, un duro golpe para mi padre, quien no ha hecho más que preocuparse por el poder que esta organización le otorga. 

Ni siquiera le preocupó cuando mi madre murió en manos de los turcos, ese fue el inicio de mi enemistad con ellos, solo fue el inicio, y lo que detonó hace dos años, fue la gota que derramó el vaso con agua. 

—Interesante —musito por lo bajo. 

Enseguida suena mi móvil con los datos que he pedido, le hago saber lo sucedido a Fabricio luego. 

—Nadie me dijo nada —agrega con voz desdeñosa. 

—¿Y no intentó comunicarse contigo? 

—En cuanto saqué a tu hijo del hospital para ponerlo a salvo, me deshice de todos los contactos que me relacionaran a esa mujer, sabes cómo trabajo, así que si me llamó o intentó comunicarse conmigo, me temo que fue imposible. 

—Pero tienes sus datos. 

—Sí, el asunto es que al parecer ella entró en pánico por el intento de asesinato del bebé, ella piensa que eres tú quien lo ha hecho porque nació débil, digamos que hizo lo mismo. 

Ladeo una sonrisa de media luna, mujer inteligente, sin duda. 

—Bien, yo me voy a Italia, te llamaré en cuanto la tenga. 

—Te mandaré una… de… lla… 

La comunicación comienza a fallar hasta que la llamada se pierde, le mando un mensaje para que mande una foto de ella, para por fin conocerla, pero no responde. Tarda más de lo normal. Frunciendo el ceño, me voy a mi departamento, preparo las maletas, mi móvil vuelve a sonar, esta vez es mi padre. 

—Brentt. 

—Padre. 

—Solo hablo para avisar que en cinco días será mi fiesta, los preparativos están casi terminados, vendrán los altos mandos de la organización y por supuesto, la Cosa Nostra, la rama principal de la mafia italiana —me comenta y respiro con dificultad. 

Mis planes han cambiado de rumbo, pero el resultado sigue siendo el mismo, la ansiedad por verles la cara de sorpresa cuando llegué con el regalo que he estado preparando desde hace un año, hace que la sangre hierva en mi sistema. 

—Yara está emocionada. 

Arruina y amarga mi genio. 

—Tengo que colgar, padre. 

—No le des largas al asunto, tarde o temprano vas a tener que casarte con una mujer de la organización, y Yara es la mejor. 

Río. 

—No tomemos ese tema ahora, tengo asuntos pendientes, descansa, padre. 

No espero a que me dé un sermón más, cuelgo, una vez listo todo, me voy directo al aeropuerto, Fabricio no me responde, me da mala espina, le dejo un par de mensajes y le pido a uno de mis detectives y hackers privados, que me localice su celular. El vuelo es pesado, usar muletas lo es también, aunque es solo poco lo que las uso, ya que puedo caminar y sostenerme solo. 

Las azafatas me lanzan miradas lascivias, luego de dos horas de vuelo, decido ir al baño para remojarme el rostro, llegando a Italia, la buscaré, lo que supe es que salió un vuelo antes que el mío, iría en mi jet privado, pero mi padre lo localizaría y sabría que estoy en Italia. 

Estoy a punto de salir, cuando escucho revuelo al otro lado de la puerta, preparo mi arma dejando de lado las muletas, giro la perilla de la puerta y al abrir me encuentro con un par de ojos grises que me quitan el maldito habla.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo