Leticia estaba muy consciente que el tiempo se le estaba acabando. Estar al lado de un alfa como Rayan solo hacía que su parte omega luchara por salir a la luz, y su secreto se estaba desmoronando poco a poco. Y estuvo aún más segura de eso los dos días venideros, donde los duros efectos secundarios de los supresores que había consumido se hicieron presentes.
No pudo levantarse de la cama.
Su cuerpo no le respondía. Es como si estuviese entumecida y dolía al punto que a veces le costaba respirar. Al menos sus feromonas estaban completamente reprimidas, pero parecían una bola caliente en su cabeza y vientre, y realmente quiso morderse la lengua y terminar con todo por momentos. Su único consuelo era cuando los brazos cálidos que la envolvían a cada momento la abrazaban con fuerza y la hacían sentir más segura. Si solo pudiera quedarse así todo el tiempo.
En la mañana del tercer día abrió los ojos y como muchas veces ocurría era como si nada hubiera pasado, o tal vez sí, porque, aunque