La fiesta estaba muy animada, solo que las empleadas de Marco se le acercaban con mucha sensualidad, mientras mi esposo y yo cruzábamos nuestras miradas, aunque ni él ni ninguna de las mujeres que había en aquella sala, hicieron algo de lo que yo pudiera pensar mal, no me encontraba muy a gusto. Me fui de la sala, hacia el pasillo, un pasillo largo y totalmente vacío, cuando al doblar una esquina, me tropecé con un hombre. Al mirar sus ojos enseguida supe de quien se trataba
— ¿William, qué haces aquí? — pregunte sorprendida
— Siempre te estaré cuidando Alice — me dijo sonriendo
Cuando quise darme cuenta ya me tenía cogida de la cintura levantandome del suelo, teniendo mi vestido subido hasta mi cintura, poniendo mis piernas alrededor de sus caderas. Apartó la tela de mi tanga y con un rápido movimiento me acabó penetrando, mientras sus labios estaban pegados a los míos. William me embestía cada vez con más fuerza, llegando al fondo de mi ser, haciéndome gemir, mientras yo tenía mis