CAPÍTULO 11. La linda imagen de un hombre desn...
CAPÍTULO 11. La linda imagen de un hombre desn...
Quizás era una locura, pero Naiara se sentía más a gusto en aquel lugar de lo que jamás se había sentido en la casa de sus padres en Boston. Casi no recordaba de su infancia allí, el dolor y el remordimiento habían bloqueado con el tiempo demasiadas cosas, pero si de algo estaba segura era de que allí se sentía en paz, protegida, y amada.
Por suerte el teléfono fijo de la casa todavía funcionaba bastante bien, así que se ocupó de llamar a varios viveros, pero todos le decían más o menos lo mismo: ¿Cuántas hectáreas de terreno hay que llenar?
Naiara no sabía mucho de eso, pero era una excusa tan linda como cualquier otra para salir a recorrer las plantaciones. Se despidió de su abuelo y pasó el día tan entretenida que ni siquiera recordó que debía comer.
El rancho estaba dividido en dos: del arroyo a la izquierda, donde todo se había quemado, incluyendo la antigua casa grande; y del arroyo a la derecha, donde se levantaban los campos de