—Últimamente ...
Su aliento, cálido como un soplo de viento en un intenso verano, rozó la sensible piel de mi cuello cuando me lamió desde la base del cuello el lóbulo de la oreja. Me dio un suave mordisco que me hizo morderme los labios.
—Me he preguntado si acaso, mi esposa... —musitó suavizando su voz, volviéndola aterciopelada—... la mujer que vive bajo mi mismo techo siente algo por mí.
¿Todo eso lo hacía porque me había descubierto con su abogado en una habitación a oscuras? En mi hombro, aún ardía la marca que él mismo acababa de hacerme. Sí mirará, ¿vería la forma perfecta de sus dientes marcados en mi enrojecida piel?
—¿Aún piensas en Sean Kale, Hannah? —aunque mantuvo un tono pasivo, sus dientes rozaron mi sensible cuello mientras plantaba ardientes besos en él.
Apreté la mandíbula con todas mis fuerzas, rehuyendo a la respuesta. Había vivido 8 años de mi vida con Sean, ¿cómo olvidarlo tan rápido?
—Supongo que necesitas más tiempo —se alzó para clavar unos vivaces ojos avella