Capítulo 3

Después de teclear por más de una hora, Abigail revisó el borrador que había elaborado de su plan inicial. No sabía muy bien por qué una sonrisa se estaba dibujando en su rostro, pero estaba segura estaba quedando satisfecha con el resultado.

Imprimió varias hojas y las anexó a una carpeta, y luego, también dio el botón de imprimir al informe que Marshal le había pedido unas horas antes. Sí, era tarde para entregarle, pero no pudo despegar los ojos de la pantalla después de colocar en acción todo lo que su mente generó para poder dar un aporte y salvar su empresa.

Tomó el teléfono y marcó a su secretaria, en cuestión de segundos la mujer estuvo en su oficina.

—Señora, Hayes…

—Si, Lina, por favor lleva este informe a la oficina de Marshal —dijo entregándole una carpeta viendo que la mujer asentía—. Y Lina… mi padre no demora en llegar, me envió un mensaje. Por favor, cuando él venga no recibiré a nadie más, tenemos una reunión muy personal… No me pases llamadas y agenda lo que sea que esté pendiente para otro día ¿de acuerdo?

—Por supuesto… —la mujer estuvo a punto de retirarse cuando por un momento recordó algo—. Señora… Se me olvidaba… Su esposo envió un almuerzo para usted.

Abby frunció el ceño.

—¿Para mí?

—Si señora…

Abigail guardó un silencio largo y luego asintió con la cabeza.

—Puede traerlo, Lina… Comeré antes que llegue papá.

La mujer sonrió y luego caminó dejando la puerta abierta, quizás para traer el almuerzo de Abby.

Ella no tenía la suficiente hambre como para devorar toda la comida, pero era suficientemente rígida con los horarios y con su salud como para dejar de comer. Tomó varias bocanadas, sentada en su oficina vacía, y silenciosa. Detestaba comer sola, pero ya se estaba acostumbrando a su ritmo, y a su vida.

Después de una larga hora, su secretaría anunció a su padre y se preparó para las decisiones que se tomarían a continuación.

—Padre… —Abby se levantó cuando lo vio cruzar la puerta.

Se saludaron con un beso en la mejilla y ella le asomó el asiento de su propio escritorio y se puso de pie para estirarse.

—¿Qué conseguiste? —preguntó Ezra colocando una carpeta en la mesa que traía consigo.

Abby suspiró y sin sentarse le pasó el informe que había impreso, cuando vio que su padre iba a leerlo, de inmediato lo interrumpió.

—Te resumiré, tendrás tiempo para revisar los detalles —Con esto el hombre asintió y cerró la carpeta.

—Te escucho…

—Bien… he pensado… tenemos unas de las mejores producciones del país. Papá, nuestros productos son de calidad tipo A, el proceso de selección nos hace tener un sello inigualable al momento de llevar el producto al consumidor —Abby movió sus manos explicando y luego tomó la silla frente a su padre para sentarse y mirarlo cara a cara—. Mi idea aquí, es lanzar una línea de lujo…

Ezra frunció el ceño, pero no dijo palabra alguna.

—Me explico —continuo ella un tanto nerviosa—. Esta línea se reforzará con el capital inyectado con el supuesto inversionista… y estará guiada solo a compradores potenciales.

—Ya tenemos compradores potenciales —refutó Ezra sin entender.

—Si, pero dichos compradores son mayoristas, nuestros precios dejan un margen de ganancia mínimo, ya que son cadenas de supermercados que van dejando las ganancias en el camino, mucha gente ganando y…

—Entiendo tu punto —intervino de nuevo su padre—. ¿Es algo como acortar la cadena?

—No —respondió Abby con la cabeza levantada y sonriendo—. Es vender productos de lujo a un precio razonable. Por ejemplo, los restaurantes más costosos requieren de productos de primera calidad, sitios de lujo, bodegones luxury, ese tipo de compradores son los que necesitamos desarrollar.

Ezra miró a Abby con un poco de impresión, la idea era fabulosa por donde se viera y jamás pensó en algo como eso.

—Eso es… excelente, arriesgado, pero una idea muy buena.

Ella asintió.

—Es arriesgado, pero la persona que ponga dinero en nuestra empresa, sabrá que esto tiene una buena pinta, si sabe de negocios no lo dudará un segundo. Además… hay otra cosa…

—Tu suspenso me pone tenso —la frase de su padre solo hizo que ella soltara la risa, y de alguna forma la confortó. La chica podía ver que, en el rostro de su padre, había cierta esperanza.

—Padre, no solo desarrollaremos esa línea de lujo, podemos realizar otra de extractos congelados, hay muchos derivados que se necesitan en restaurantes y en cadenas de supermercados que la gente comprará para aligerar sus comidas… por supuesto, debemos preparar mucho más nuestra empresa, inyectar a cuartos fríos extensos, y a una mayor calidad de mano de obra para la selección de dichos productos. De esta forma garantizamos la calidad, y solo aquella parte que quede, no será desperdiciada sino vendida a las demás cadenas comercializadoras que son mayoristas…

Ezra abrió sus labios formando una gran sonrisa en un rostro complacido.

—¡Eres un genio Abby…!, esto es realmente bueno….

—Gracias, papá… es solo la idea, tendrán que pasar muchas cosas para que el proyecto se vea materializado, y estoy segura de que asomando este negocio te llegaran muchas más ofertas, contrarrestando las perdidas, o esperando que nos den una respuesta de lo sucedido.

El rostro de Ezra volvió a cambiar, y se tornó serio.

—Esperemos…

Abigail no quiso ahondar en el tema, no tenía tiempo para perder.

—¿Quieres que reunamos el comité para informar?

—No…

Abby asintió nuevamente y vio como Ezra se levantó del asiento.

—Puedes abrir mi correo, te diré a quién enviar esta propuesta. Agrega una nota y coloca todos mis números de contacto. Luego de eso esperaremos…

Ella se levantó de inmediato y tomó el asiento que su padre había dejado, tecleó varias veces en su laptop y luego comenzó a redactar el correo que sería enviado. Sentía muchos nervios dentro de ella, esto era lo único que tenían a la mano para que el esfuerzo de todos no se viniera abajo. Su corazón latía muy rápido mientras generaba un escrito general y colocaba la firma digital de su padre al finalizar la hoja redactada. Su padre le señaló los correos a donde debían ser enviados, y ella solo pudo reconocer algunos nombres, pero la mayoría de ellos era desconocida.

Si algo estaba claro para Abigail era que su padre había generado contactos incontables, y aún se preguntaba cuál era el punto clave para esa habilidad que siempre le generaba intriga.

Recostó su espalda en el sillón cuando hundió la tecla de enviar y vio que el mensaje había sido exitoso.

—Bien —su padre suspiró cerca—. No hablaremos de esto hasta que haya una respuesta, después de eso, si tenemos una réplica buena, nos reuniremos e informaremos a todos…

Abby asintió.

—Parece que Marshal trabaja en algo también —informó la chica haciendo que su padre se frenara antes de llegar a la ventana de vidrio.

—Algo así me ha dicho… esperaremos. Espero que se ponga los pantalones y asuma su puesto en la empresa, no quiero pensar que me equivoqué con él. Y ya que estamos hablando de eso… —Ezra se giró haciendo que Abby volviera a colocarse tensa—. ¿Ustedes están bien? Te he visto un poco silenciosa.

¡Dile!, la mente de Abigail gritó.

—Yo… —ella comenzó a decir, pero se frenó cuando la frente de Ezra se arrugó—. Solo estamos tensos por la situación… —terminó por decir.

—Eso espero… como también deseo que pongas tu mayor esfuerzo porque las cosas funcionen, a veces ustedes las mujeres son un poco emocionales, y eso desestabiliza una relación.

¿Qué?, la pregunta se formó en la mente de Abigail mientras su mandíbula caía. Una llama de enojo se envolvió en su cuerpo y comenzó a hacerla respirar de forma errática.

—Bien… te dejo, iré a hablar con tu marido…

A Abby no le dio tiempo ni siquiera de asentir cuando su padre ya había cerrado la puerta tras él. La frustración y decepción volvió a golpear su pecho, mientras su garganta se apretó. No esperaba que la felicitaran ni nada parecido, pero al menos esperó alguna palabra de su padre, una que le hiciera ver que estaba orgulloso de ella. No quería parecer engreída, pero su propuesta era realmente buena como para recibir, aunque sea un abrazo de su parte, y un agradecimiento.

Pero solo había una cosa para hacer, y así dejar de pensar y no sentirse tan mal.

Trabajar…

Hacerlo a desmedida y agotarse hasta el cansancio, solo de esta forma ella estaría exhausta para pensar y para sentir, porque ahora lo que menos quería era sentir.

Después de algunas horas, su reloj indicó que eran las 5:30 pm y apretó sus ojos para luego colocar la mano en su cuello. Revisó su móvil sin ninguna notificación y decidió ir a la oficina de su marido para despedirse.

Caminó por la planta mientras se despidió de algunos que ya estaban de salida. Lina le había informado que Ezra había partido hace algunas horas y supo que Marshal debía estar solo.

Dio unos toques suaves, pero no escuchó su permiso. Aun así, ella tomó el pomo y abrió la puerta para divisar que su marido estaba muy concentrado y riendo con una mujer que solo vio de espalda.

—Creo que me iré —Anunció Abby interrumpiendo y él alzó sus ojos, para luego levantarse de la silla.

—Cariño… te estaba esperando, ¿lo recuerdas? —en ese instante la mujer giró en la silla y una sonrisa se gestó en su rostro—. Ella es Claudia…

La mujer se levantó dio unos pasos y luego le extendió la mano.

—Hola… —dijo Abby recibiendo su mano y forzando una sonrisa.

—Tu esposa es muy bella —fueron las palabras de la chica como si Abby estuviera pintada en la pared.

—Es la más hermosa, la mejor —acentuó Marshal yendo a su sitio colocando la mano en la cintura de Abigail.

Ella estaba terriblemente confundida. Pero Marshal siempre actuaba frente a la gente, fingiendo ser un esposo enamorado, aunque todavía se preguntaba ¿con qué objetivo?

Aunque estaba terriblemente cansada, baja de ánimo y quería irse de la empresa, rápido, trató de enviar una sonrisa a la persona que los miraba con aprensión.

—Claudia… fue un placer conocerte, ahora… —ella estaba dispuesta a zafarse, pero Marshal se unió más a su cuerpo.

—Cariño, debemos hablar con Claudia por un rato más —le dijo sonriendo muy cerca de ella—. Ella palmeará nuestro próximo aniversario que se celebrará en unas semanas…

Los ojos de Abigail se abrieron impresionada, en este momento la mujer dejó de ser importante, incluso la formalidad.

—¿De qué estás hablando? —preguntó en susurro—. No podemos hacer un festejo Marshal… sabes que no.

Aunque estaba hablándole de manera seria, el hombre no dejó de sonreírle.

—Luego hablamos de eso, Cariño —apretó las palabras en disimulo—. Ahora, Claudia te mostrará diseños, haremos algo formal pero simple, y ella enviará las invitaciones en una semana, se hará tapido, pero no va a pasar desapercibido que cumpliremos 4 años juntos…

La mano de Marshal apretó la de Abby y luego la llevó a su boca.

—Jamás dejaría pasar una fecha tan importante para nosotros, por nada del mundo.

Abby le quitó la mirada, estaba enojada en desmedida, pero la mujer no tenía la culpa de ello.

Con pasos inseguros, comenzó a caminar mientras Marshal la conducía a la mesa y se sentaron para observar la sonrisa amplia que estaba frente a ellos.

—Bien… ¿Qué color le gusta?

***

Los ojos de Abigail se abrieron lentamente mientras giró la cabeza hacia ambos lados. Sus parpados pesaban, y su cuerpo aún sentía el resentimiento del cansancio.

Se sentó sin aliento y vio que la habitación estaba totalmente vacía. Buscó el móvil en la mesa, luego encendió la pantalla y solo pudo pasar un trago duro cuando vio que eran más de la 8 de la mañana.

—¡Maldita sea! ¿Cómo pude dormir tanto? —se dijo mientras corría hacia al baño. Vio que tenía muchas notificaciones, pero ahora mismo no revisaría nada porque literalmente estaba más que tarde.

Siempre llegaba a la empresa diez minutos antes de las siete, y no supo por qué Marshal no la despertó.

Después que hizo su rutina, se puso la chaqueta, y colocó su cabello en una cola baja dándole un aspecto de ejecutiva. Se maquilló muy rápido y luego ordenó a su conductor que la llevaran de inmediato a H.A.N.

Mientras iba de camino, revisó su móvil y supo que realmente tendría un día pesado, ahora mismo veía al menos diez llamadas de su padre, y algunos mensajes de su secretaria. Marcó rápidamente y luego escuchó como los tonos se espacian por su cabeza.

—¡Abigail…! ¿Dónde demonios estás? —la voz de Ezra se escuchaba entre excitada y enojada.

—Padre… estoy de camino, yo, me quedé dormida…

Su padre bufó.

—Estoy en tu oficina, debes venir pronto, necesitamos hablar contigo.

—Ok… solo esperen unos minutos, no demoro….

—Dile a Marshal que convoque una reunión general en horas de la tarde…

¿Qué? Ella no estaba con Marshal.

—Papá… —ella quiso darle la razón, pero la llamada ya no estaba activa.

Soltó el aire varias veces negando y luego marcó a su marido.

Un tono,

Dos

Tres.

Él no respondía.

—¡¡¿Qué mierda?!! —susurró mientras tecleaba rápidamente.

“¿Dónde estás?, mi padre nos espera en mi oficina, esto es importante”

Envió el mensaje y luego sintió que la camioneta se detenía.

No esperó que Tom abriera, ella le envió una señal de disculpa con el rostro, haciéndole saber que estaba demasiado apresurada. Caminó con pasos largos, entró al edificio y saludó sin detenerse en ningún instante, hasta parar en el ascensor y pulsar el botón número 5.

Se miró en el espejo por alguna extraña razón y luego revisó su teléfono para comprobar que su marido no había respondido, ni aparecía.

El sonido del ascensor la alertó y ella caminó en dirección de su secretaria.

—Lina —la mujer se levantó acomodándose la falda y luego recibió sus cosas—. Buenos días…

—Buenos días, Señora, Hayes, su padre se encuentra en su oficina, la esperan y…

—Por favor, convoca una reunión para esta tarde —dijo rápidamente escribiendo en un papel, a quien debería enviar la notificación—. Diles que a eso de las 3 pm deben estar en la sala de juntas…

Cuando ella estaba a punto de irse a su oficina, pensó por un momento. Si Marshal no era el que estaba en esa oficina, ¿Con quién estaba su padre ahora?

—Lina —retrocedió—. Dijiste, “Están esperándome” ¿Quién está con mi padre? ¿Cedric?

La mujer negó.

—No, creo que es un amigo de su padre, no lo conozco, jamás lo había visto aquí en Minneapolis, por lo que creo que es nuevo en la ciudad…

Abby frunció el ceño y asintió un poco extrañada.

—Gracias, Lina, cualquier cosa te avisaré.

—Muy bien señora, estaré atenta.

El apresuramiento con el que venía Abigail fue disperso de inmediato, ajustó su chaqueta de vestir y luego giró el pomo.

Nada más abrió la puerta y dio un paso, un aroma diferente golpeó sus fosas nasales, que para la impresión de Abby hicieron tensar su piel. Su padre que estaba sentado en su escritorio giró hacia ella y luego se levantó.

—Hija…

Abby escuchó sus palabras, pero ella solo estaba mirando en una dirección.

Un hombre alto y bastante imponente estaba de pie frente a su ventana, aunque estaba de espaladas ella sintió que él ocupaba todo el espacio, porque de cierta forma su solo presencia hacía que el ambiente estuviese cargado de algo espeso que la hundió en el suelo.

—Dominic… ella es mi hija, Abigail… —cuando su padre dijo las palabras el hombre se giró de forma lenta y por fin Abby pudo ver su rostro.

La respiración se le cortó al instante y dejó el aire estancado en su garganta, el hombre se giró apretando su mandíbula y como si fuese una necesidad insertó los ojos en ella como si la estuviese traspasando con un filo de una hojilla.

Los labios de la chica se separaron y se secaron, mientras él avanzó hacia ella con sus piernas largas y fornidas, con un traje que se pegaba a su cuerpo y con un aroma que la estaba desquiciando.

—Abigail —pronunció el hombre deteniéndose muy cerca de ella y extendiendo una mano para presentarse.

Ella bajó la mirada hacia su mano. Una grande, y notó que el color de su piel era impresionante; el tono moreno se esparcía por toda su piel haciendo que se acoplara a la imponencia que emanaba, entonces saliendo de su trance, Abby extendió su mano, con dedos temblorosos hacia él.

—Señor… —no supo por qué lo llamó con tanta formalidad, pero todo lo que estaba pensando, se esfumó cuando su mano hizo contacto con la de él.

Todas sus corrientes nerviosas comenzaron a expandirse, a joderse en su cuerpo como si fuese un adolescente en pleno desarrollo y estuviese viendo al chico de ensueños de su secundaria. Todas ellas acabaron explotando en su vientre hasta que el cuero cabelludo se erizó también.

¿Qué demonios?

—Dominic… Dominic Hunt —pronunció el hombre como si la corrigiera, sin soltar su mano y mirándola fijamente como si le estuviese transmitiendo uno de los mensajes más importantes de toda su vida…

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