—No es que no quiera que te quedes, es solo que las condiciones aquí son limitadas. Aunque Feli esté en una habitación individual, solo hay dos camas pequeñas... —dijo Irene.
—No voy a dormir. —respondió Diego—. Tú descansas y yo me quedo aquí a tu lado. Si pasa algo durante la noche, te llamaré.
—Realmente no es necesario... —Irene insistió.
—Ire, —Diego interrumpió—. Quizás no sea el momento adecuado para decir esto, pero aún así quiero disculparme.
—¿Por qué? —Irene se sorprendió.
—Lo que pasó en el spa...
Al mencionar eso, Irene sintió que sus mejillas ardían. Bajó la mirada.
—Eso ya quedó atrás, y además, ya te disculpaste.
—No, fui yo quien falló. En ese momento... no pude controlar mis impulsos. Ire, no es que no te respete, realmente... te extrañaba mucho. Lo siento, prometo que no volverá a pasar, haré lo que sea necesario para que siempre me des tu consentimiento. Ire, confía en mí.
—Lo entiendo. —Irene no levantó la vista—. Vuelve a casa.
—No voy a irme. —Diego insistió—. Au