—¿Eres tú, Ire? ¿Es tu hermana o qué? No sabía que el señor Martínez tuviera una hermana. —Eloy, ignorando el tema del maestro, se mostró curioso.
—Sí, no tengo nada que ver contigo. —Irene sonrió desde un costado.
—A pesar de que estamos divorciados, sigo considerándote parte de mi familia, ¿no puedo? —Diego la miró.
¿Divorciados? Eloy se dio cuenta tarde, asimilando que la mujer que lo había cautivado era, en realidad, la exesposa de Diego.
Antes pensaba que Diego era un tonto por no fijarse en su hermana, pero al enterarse de que la exesposa era la misma chica que tenía frente a él, Eloy sintió que su hermana no tenía nada que envidiarle.
Sin embargo, no podía entender cómo Diego había sido tan ciego o había perdido la cabeza al divorciarse de Irene. ¿Acaso se había dado cuenta de su valor después y ahora intentaba acercarse de nuevo?
Eloy no sabía cómo describir lo que sentía; era una mezcla de acidez y un toque de amargura.
—Así que esta es la doctora Vargas, he oído mucho sobre t