Julio tenía mala relación con Diego, y lo mismo sucedía con Pablo. Al ver su sonrisa desagradable, el rostro de Julio se volvió aún más frío.
—¿Qué haces aquí?
—Esperando a alguien. —respondió Pablo, mirando su muñeca—. Por cierto, ¿qué haces en este lugar desierto?
—¿No serás para esperar a Irene? —Julio escupió con desdén—. ¿Todavía buscando una paliza como antes?
Cuando eran niños, las relaciones no eran tan tensas, y Pablo había esperado a Irene en la puerta de su casa para ir juntos a la escuela en varias ocasiones. Pero desde pequeño era un hablador, a menudo provocando a Irene hasta que ella lo regañaba y él se marchaba con la cola entre las piernas.
Sin embargo, en aquel entonces Irene vivía con los abuelos, y ellos trataban bien a Pablo. Debido a la relación con los ancianos, Irene y Pablo también habían tenido momentos de tregua.
Todo cambió cuando Pablo declaró su amor por una amiga de ella y luego ocurrió el incidente de las cartas amorosas, lo que llevó a un rompimiento de