—¡Tontería! —Diego se defendió inmediatamente, erguido y con los ojos desafiantes—. Tú sabes perfectamente que tengo a alguien en mi corazón.
—¿Cómo puedes decir eso con tanta confianza? Casarte con alguien, tener a alguien en tu corazón, y después de divorciarte, sigues persiguiéndola. Si tienes a alguien en tu corazón, ¡ve a buscar a esa persona que quieres! ¿Qué haces persiguiendo a Irene?
—Es diferente.
—Lo que estás haciendo es realmente exagerado. —dijo Vicente—. Ya os habéis divorciado, no tenéis nada que ver el uno con el otro. Si tienes a alguien en tu corazón, ve a buscar a esa persona y deja de molestar a Irene.
—No entiendes nada.
—No sé qué estás pensando. —Vicente sacudió la cabeza—. Pero creo que Irene te odia y detesta.
—¡No es así! La mayoría de las mujeres dicen una cosa y piensan otra. Me gusta, de eso puedo estar seguro.
—Bueno, incluso si ella te gusta, lo que estás haciendo solo va a desgastar su amor. Diego, si quieres recuperarla, ¿puedes cambiar de manera?
Dieg