Capítulo 16
Los otros prisioneros no parecían peligrosos. Sus rostros estaban marcados por el cansancio y la resignación. Dalton, con su naturaleza afable, no tardó en entablar conversación con uno de ellos.

—¿Por qué los trajeron aquí? —preguntó con genuina curiosidad.

—Por no pagar los impuestos —respondió un hombre de mediana edad con un dejo de sarcasmo.

Dalton frunció el ceño.

—No parecen criminales peligrosos…

—No lo somos —añadió otro—. Solo pobres.

—¿Entonces están esperando su juicio?

—Los juicios son para los importantes. Nosotros solo esperamos el traslado a las minas de cristal —explicó el primero con amargura.

—¿Minas de cristal? —repitió Dalton, sorprendido.

—Se nota que no son de por aquí —dijo el hombre, evaluándolo con una ceja alzada—. Si no pagas tus deudas, te llevan a las minas como esclavo. Debes trabajar hasta saldar tu deuda con la ciudadela… pero eso nunca ocurre. Cada día de trabajo suma más intereses. Es un ciclo sin fin.

—¿Y por qué no han podido pagar?

—Porque no tenem
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