Capítulo 024. El comedor.
Guiada por Dennis, que ya se había familiarizado con las criadas de la mansión, Yalens llegó al gran comedor. La inmensidad del lugar la sobrecogió: una mesa señorial para doce personas se extendía ante ella, con los puestos de la cena dispuestos en cada extremo.
—Señorita, con su permiso, me retiro —susurró Dennis.
Yalens asintió levemente, sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones. La opresión de ese nuevo mundo era sofocante. Buscando un respiro, se dirigió a la puerta corrediza de cristal que daba al jardín trasero y la abrió con delicadeza. El aire fresco, cargado con el aroma de los árboles del bosque, acarició su rostro y le permitió sumirse en sus pensamientos.
—¿Por qué te gusta tanto tener las puertas abiertas? —preguntó una voz grave y suave a sus espaldas. Un mechón de su cabello fue delicadamente acomodado detrás de su oreja.
Yalens se sobresaltó. —¡Señor Kalman, no lo escuché llegar! —exclamó, sujetándose con fuerza del marco de la puerta. Sus miradas se en