Capítulo 092. El ático.
Un escalofrío recorrió la espalda de Anton mientras se levantaba de la cama. El vacío en el otro lado del colchón era un recordatorio silencioso de su ausencia. Cruzó el pasillo hasta la habitación contigua, el santuario de Yalens, en busca de algo. No por lo que ella había sido, sino por la persona que, en secreto, él sabía que siempre sería. Buscó con cuidado, con las manos temblorosas, hasta que, al pie del escritorio, sus dedos rozaron un sobre y el familiar tintineo de las llaves de la mansión.
Fue un impulso, una certeza. Yalens siempre dejaba pistas, migas de pan para que él la encontrara. Conteniendo el temblor que sacudía sus manos, abrió el sobre. Era una carta de ella, el papel aún conservaba su suave aroma a jazmín. La primera línea le aceleró el corazón.
⚘ Para mi esposo.
Querido Anton,
No sé por dónde empezar. Quizás por el inicio de nuestra historia. Aquella noche en la galería, cuando tu voz chocó sin permiso en mis oídos, como una melodía que ya conocía.
Cuando tu