Mundo ficciónIniciar sesiónAl llegar al imponente edificio de Vige, la agencia de modelaje y actuación más grande de la ciudad, Yalens descendió de su auto, seguida de su asistente, Dennis. Inmediatamente, un murmullo de voces llenó el aire. Cuchicheos y susurros sobre su belleza, su personalidad fría y distante, sus recientes sesiones de fotos y el esperado anuncio de su debut como actriz.
Yalens, la joven que de la nada se había convertido en la estrella más brillante de la agencia, siempre había tenido que soportar el peso de las críticas. Muchas de sus compañeras, con años de experiencia en la industria, no habían logrado ascender a su posición, y el resentimiento era palpable. —Yalens, bienvenida, ¡cuánto tiempo! ¿Qué tal tus vacaciones? —exclamó Crystal Weiss, la directora de Vige, con una sonrisa que no le llegaba a los ojos. —Bien, gracias, Crystal. ¿Para qué me necesitabas? —La voz de la joven era un témpano. Salió de sus labios sin una sola gota de calidez, sin el adorno de una sonrisa. La pregunta de Yalens no era del agrado de Crystal. A pesar de la tensión, ambas se toleraban gracias al señor Weiss, el padre de Crystal, quien había acogido a Yalens en la agencia dos años atrás. Sabía que la joven tenía un carácter fuerte y era difícil de manejar, pero su talento era innegable. Con una sonrisa forzada en el rostro, Crystal pronunció su respuesta mientras estaban reunidas en el amplio salón de la agencia. —Yalens, sé que viajas de nuevo a Milán en dos días, así que pensé que podrías asistir al evento del grupo Kalman. —¿Otra vez el grupo Kalman? —se dijo Yalens para sí misma, con un dejo de exasperación. Mientras giraba el vaso de agua que le habían ofrecido, levantó una ceja, su mirada llena de interrogantes. —¿Qué quiere el grupo Kalman de mí? —Yalens, no seas tan testaruda. El grupo Kalman va a anunciar su nueva filial de diseño de joyería, y tú eres la dama del momento —respondió Crystal con una sinceridad que apenas lograba camuflar sus verdaderas intenciones. Yalens abrió un poco los ojos, pero su expresión se endureció al instante. Con un gesto gélido, le indicó que lo pensaría y se retiró del lugar. Crystal dejó escapar un gran suspiro, cruzando los dedos con la esperanza de que Yalens aceptara. Un contrato con el grupo Kalman sería un triunfo para la agencia. A pesar de las dificultades para manejar a Yalens, no podía permitirse perder a su modelo estrella. En el auto de camino al restaurante, el rostro de Yalens era una máscara de hielo. Estaba hundida en sus pensamientos. —Dime, Dennis, ¿ellos asistirán a ese evento? —preguntó de repente, rompiendo el silencio. Dennis se sobresaltó, pero una chispa de picardía se encendió en sus ojos. Sabía que esta era la motivación que su jefa necesitaba, y la había guardado para el final. —Sí, señorita. Ellos asistirán —confirmó rápidamente. Una sonrisa sarcástica se curvó en los labios de Yalens. Miró por la ventana del auto y pensó que podría divertirse un poco antes de su viaje a Milán. Le hizo una señal a Dennis para que organizara todo para asistir al evento, y la asistente asintió con una sonrisa de complicidad en el rostro. Asistir a galas no era algo que disfrutara. Los murmullos de la gente, los ojos enjuiciadores, las críticas sobre su vida… a pesar de estar en el mundo del espectáculo, prefería la soledad de su estudio a las fiestas de la alta sociedad. Su círculo de amigos era muy pequeño. Pero algo la empujaba a ir esa noche, una extraña sensación de curiosidad, una seducción hacia un porqué que necesitaba descubrir. Yalens regresó a su departamento y bebió un par de copas de vino para calmar la ansiedad. Allí, Dennis ya tenía todo preparado para la noche. Después de una breve ducha, se vistió con un elegante y sensual vestido rojo de tirantes y escote de corazón, con una gran abertura en la espalda que dejaba ver su piel. La tela se ceñía a su pequeña y marcada cintura, y la falda caía hasta sus pies con una abertura en la pierna. Complementó el conjunto con tacones del mismo color. Dejó que su cabello negro cayera suelto en sus ondas naturales y optó por joyas discretas. •°•° La tarde para Anton Kalman fue una agonía silenciosa. Aunque su expresión fría y distante ocultaba cualquier emoción, por dentro, la frustración ardía. Su rostro, de nariz respingada y enmarcado por una cabellera negra perfectamente peinada, era un lienzo de imperturbabilidad, a excepción de sus penetrantes ojos grises azulados. Frente al gran ventanal de su oficina, su figura de metro ochenta, esbelta pero musculosa, proyectaba una sombra que guardaba sus demonios internos. Era como un fénix que había resurgido de sus cenizas, después de la quiebra y muerte de su padre cuatro años atrás. En ese momento, era solo un joven universitario cuando su familia fue arrastrada a la ruina por dos familias a las que juró vengarse. Nada ni nadie se interpondría en su camino. —¿Por qué es tan complicado llegar a ti? La pregunta flotó en el aire de la oficina sin encontrar una respuesta. Anton observó su reloj, terminó su trago de golpe y se giró para ponerse el saco de su traje. Con una determinación helada, confió en que el destino le daría otro golpe de suerte esa noche.






