La silueta de Amelia se desvaneció de la sala de reuniones, dejando a Maximilian sumido en sus pensamientos. Era innegable: Amelia lo estaba evadiendo. La propuesta de una cena colectiva era una clara señal de su deseo de evitar el tiempo a solas con él. Resignado, aunque con un dejo de frustración, Maximilian tomó su teléfono y marcó el número de Giselle, su asistente de confianza.
—Sí, señor, ¿en qué puedo ayudarlo esta vez? —La voz de Giselle sonó, como siempre, profesional y competente.
—Giselle, esta noche habrá una cena a modo de celebración por el ingreso de Amelia Williams como la nueva directora de marketing de la compañía —dijo Maximilian, su tono revelando una mezcla de autoridad y, quizás, algo más—. Quiero que estén presentes todos los empleados. Por eso, encárgate de escoger un lugar adecuado para todos, un sitio que sirva una gran variedad de platillos. Elige platillos exclusivos también, y buenas bebidas. Todo tiene que estar a la altura de mis exigencias.
Giselle no e