Amelia no tenía idea de dónde vivía Maximilian en la actualidad; sin embargo, condujo hasta la dirección que conocía, a pesar de que estaba perdiendo fuerzas. Si todavía se mantenía fuerte, era por sus hijos y el deseo de escapar para siempre de Marcus. Al estacionar, miró a su alrededor y sintió un alivio profundo al haber perdido a los hombres de Marcus.
Caminó, sosteniéndose el costado herido, tratando de poner su mejor cara frente al hombre que vigilaba el edificio. Él la miró confundido y extrañado, al verla con la cara sudorosa y algo asustada.
—¿En qué puedo ayudarla?
—Busco a Maximilian Schneider. ¿Él todavía vive aquí? —preguntó, con la voz inestable, sintiéndose muy débil.
—No puede venir y preguntar por alguien y pretender que yo le dé esa información. No puedo decirle nada, lo siento.
—Entiendo que es un poco extraño que de pronto venga a preguntar, pero realmente estoy urgida. Necesito saber si ese hombre todavía vive aquí. Yo fui su esposa en algún momento y terminé alej