ExEsposa Regresa Con Sus Trillizos: CEO ARREPENTIDO
ExEsposa Regresa Con Sus Trillizos: CEO ARREPENTIDO
Por: DaysyEscritora
01

Maximilian Schneider resopló con frustración mientras sus ojos zafiros se clavaban en su padre, Lukas. No estaba bromeando cuando decía que si deseaba convertirse en el sucesor de la compañía; tenía que casarse lo antes posible.

—¿Por qué debería hacerlo, padre? Aún soy joven, puedo enfocarme en el negocio. El matrimonio puede esperar.

Lukas miró a su hijo con desagrado.

—¿Podrías dejar de ser tan egoísta y pensar en el futuro de la compañía? Un buen líder siempre debe contar con el apoyo de su familia. No podrás dirigir el negocio si no eres capaz de asumir las responsabilidades familiares. Un hombre de negocios debe equilibrar la familia y el trabajo. Pero si no tienes una familia, no eres nadie, no funcionaría.

—Padre...

—El doctor me comentó que mi enfermedad está avanzando y no hay retroceso. Hijo, me estoy muriendo; probablemente me queda un año de vida. Quiero conocer al nieto que me des y estar presente el día de tu boda.

Maximilian no estaba contento con las palabras de su padre. Se sentía presionado, ya que no deseaba casarse; lo veía como una obligación. Sin embargo, la idea de que su padre pudiera morir en cualquier momento lo llenaba de culpa y lo obligaba a considerar lo que su padre deseaba.

—¿Ana apoya tu idea? No puede ser tan importante una boda o un nieto. Podría darte algo mejor: números, elevar las ventas de la compañía. Permíteme demostrarte de lo que soy capaz, padre; permíteme demostrarte que no es necesario que me case.

En ese momento, Lukas golpeó con fuerza el escritorio, y sus ojos se llenaron de dureza y frialdad, frustrado por la rebeldía de su hijo.

—¡¿Podrías razonar por una vez en tu vida?! Estoy cansado de verte en los tabloides, de leer títulos sensacionalistas sobre tus constantes aventuras. ¡Es hora de sentar cabeza! Ya tienes treinta años, Maximilian.

Iba a oponerse nuevamente, pero en ese instante su padre comenzó a toser incontrolablemente, debilitándose durante un episodio desencadenado por su enfermedad.

—Padre...

Maximilian intentó acercarse, preocupado, y su padre logró calmarse un poco.

—Max... —su padre suavizó su voz, usando el diminutivo cariñoso que solía emplear cuando Maximilian era niño—. No te lo pido como un empresario preocupado por el rumbo de la compañía, sino como tu padre, un hombre desesperado por el cáncer de pulmón que lo está matando. Es mi última petición.

Después de sentirse furioso, Maximilian sintió que la rabia se le ataba en la garganta, un dolor profundo en el pecho. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos mientras se daba cuenta de que su padre podría estar al borde de la muerte. Quizás había estado en negación durante todo ese tiempo, pero ahora, al escuchar las sinceras palabras de su progenitor, su corazón se ablandó y comenzó a ver la situación desde otra perspectiva.

Disimuladamente, Maximilian limpió las lágrimas que corrían por su rostro.

—Padre, lo haré. Cumpliré con tu voluntad y me casaré. Sin embargo, sabes que no estoy saliendo con nadie; no tengo una relación seria.

—¿Crees que no lo sé? Por eso, ya he escogido a tu esposa. Amelia Miller se casará contigo.

En ese momento, algo cambió dentro de Maximilian. Se sintió golpeado por un recuerdo, y su expresión se tornó seria y sombría. Recordó a la joven que había visto en un evento: la única hija de la familia Williams. Era una insolente, con una actitud desafiante.

—Esa chica solo tiene veintidós años; es una mocosa y...

—Su padre y yo hemos hecho negocios antes. Ahora están en apuros debido a un mal manejo de su compañía. Todo ha ido en picada para esa familia.

—¿Acaso sus problemas son también nuestros? Ellos deben solucionarlo. ¿Por qué te preocupa el problema de alguien más?

Lukas permaneció en silencio por unos segundos antes de dirigirse nuevamente a él.

—Estoy en deuda con Leonard Williams, y tú también —dijo, dejándolo aún más confundido.

Suspiró.

—¿Seguro que no hay otra razón, padre? —lo desafió y Lukas se aclaró la garganta.

***

—¡Amelia Williams, te exijo que obedezcas!

Amelia miró a su padre y a su madre, Camila. Ambos se veían preocupados por el rumbo de las cosas, ya que estaban en bancarrota y su vida de lujos se convertiría en un recuerdo lejano si ella no aceptaba esa boda.

Sin embargo, la estaban utilizando como una forma de salvarse a sí mismos.

—¿Por qué debo casarme con ese idiota? No tengo la culpa de que la compañía de la familia se haya ido al traste.

—No seas grosera, y no me hables así —exigió su madre, bufando—. Tu padre y yo, así como tú, hemos perdido todo. Incluso esta casa ya no nos pertenece; en cualquier momento terminaremos en la calle. Pero si te casas con Maximilian Schneider, todos nos salvaremos.

—¿Por qué esa familia accedió a ayudarnos? ¿Qué ganan ellos con esto?

—No necesitas saberlo todo, Amelia.

Ella resopló.

Lukas estaba en deuda con Leonard porque, en el pasado, el difunto hijo mayor de la familia Williams había salvado a Maximilian en un incidente.

El momento de pagar la deuda había llegado.

—Si me caso, ¿por cuánto tiempo estaré casada con ese hombre? —sus ojos verdes se clavaron en sus padres, alternando la mirada.

—No hay un tiempo determinado; puede que hasta que la muerte los separe —respondió su padre.

—¿Qué?

De pronto, se dejó caer sobre el sofá y reflexionó un poco. Luego, volvió a mirar a sus padres, llena de ira.

—Amelia... ¿qué ocurre?

—¿Por qué debería casarme con el hombre que le quitó la vida a mi hermano? ¡No, no lo haré!

—¿Por qué dices eso? ¿Quién te contó algo así? ¡Amelia!

—¿Creen que no lo sabría nunca? ¡Los escuché! Escuché cuando hablaban sobre aquel incendio... —sus ojos se llenaron de lágrimas, le costaba pronunciar palabras—. Escuché cuando dijeron que Andrew salvó a ese mocoso de Maximilian, y murió cuando decidió entrar de nuevo a rescatar a su estúpido gato. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡No me casaré con ese tonto!

Camila sintió que su corazón se rompía de nuevo al recordar aquel evento traumático, mientras Leonard se sentía terrible.

—No podemos culparlo; solo era un niño, y lo que pasó fue un incidente. Ahora tienen la oportunidad de devolvernos el favor; no tenemos otra opción, Amelia.

La joven se levantó y gritó, rabiosa.

—No quiero casarme... —apretó los dientes.

—¿Quieres dejar la universidad y tu vida de placeres? Sin dinero, seremos unos pordioseros en esta sociedad. ¡¿Es lo que quieres?!

Ella sollozó, y se dio cuenta de que no tenía otra alternativa que casarse con Maximilian Schneider.

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