46. ¿No crees que pueda recuperar a nuestra hija?
— Tienes que tranquilizarte — le pidió Cassio, intentando buscar su contacto, pero ella lo rechazó dolorosamente y se cruzó de brazos.
— ¡No puedes pedirme una cosa así cuando esa loca tiene a mi hija! — replicó Kathia entre dientes.
— Kat…
— ¡No! ¡Déjame!
— Si no lo haces por ti, al menos hazlo por el bebé, por favor — le suplicó y colocó las manos sobre sus hombros. Ella se estremeció y cerró los ojos — Él necesita que estés tranquila.
— Mi hija… — sollozó al girarse y lo miró con dolor asfixiante — ¡Nuestra hija, Cassio!
— Lo sé, cariño, pero te juro que la vamos a recuperar.
Ella bajó la mirada y negó con la cabeza. En ese momento, llegó Maurizio a la propiedad en Santa Marinella; había sido soltado. Clara se incorporó con esfuerzos del sofá y corrió a sus brazos. Él no dudó en recibirla.
— ¡Nuestro bebé! ¡Francesca se ha llevado a nuestro bebé! — le informó, exaltada, pero esa era una información que Maurizio ya sabía, así que la estrechó en brazos al tiempo que la mujer se debil