43. Dos noticias en un día, una buena y otra no tanto

Cassio se sentía ridículamente nervioso porque hace más de media hora se habían llevado a Kathia para realizarse los exámenes pertinentes y ella no aparecía por esa puerta.

Bufó.

— ¿Es que no hay un médico aquí? — preguntó entre dientes, al aire.

— ¿Dónde está mami? — preguntó la pequeña Cassie a su padre, que había ido por un helado a la máquina dispensadora.

Cassio tomó una respiración profunda y cambió su semblante preocupado por una sonrisa para su hija. La cargó en brazos y besó su cabellera dorada.

— Mami está ahora mismo con el médico.

— ¿Por qué? ¿Está enferma?

— No, cariño, solo deben sacarle un poco de sangre del brazo para asegurarnos de que ella esté perfecta — le explicó.

— ¿Le va a doler? — quiso saber, curiosa.

Cassio sonrió.

— Ni siquiera un poco.

La niña asintió, más relajada.

— ¿Señor Garibaldi? — la voz de un médico, al fin, lo hizo girarse — Venga conmigo, por favor.

Cassio entregó a su hija a los brazos de Sarah, prometiéndole que pronto regresaría con ella y mamá
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