“Regina fue secuestrada”, la noticia infundió una oleada de terror en el cuerpo de Nicolás, quien todavía no se había recuperado del todo de la herida.
Una punzada lo hizo llevarse la mano al abdomen, donde el trozo de maceta le había dejado un horrible dolor. Pero ignorando el escozor, se puso de pie y comenzó a realizar las llamadas pertinentes.
—No puedo creer que esto hubiera ocurrido en las puertas de mi empresa —decía Cristian, afanado, quien también trataba de mover sus contactos para encontrar a la mujer que había sido secuestrada.
Ambos hombres sentían un nudo de angustia en la garganta, al comprender que la vida de Regina estaba en riesgo y que cada segundo era valioso para encontrarla.
Lo que no lograban entender era la magnitud de la operación: según los testigos y las grabaciones de seguridad, se veía que los perpetradores eran profesionales, con un equipo coordinado, lo cual levantaba a la sospecha de un operativo que involucraba mucho dinero de por medio.
Nicolá