Lo primero que notó Regina al entrar a ese tribunal era que Nicolás no se encontraba por ninguna parte, esto le dio un mal presentimiento, pero pensó que, a pesar de su ausencia, el juez podía tomar una decisión, de hecho, esto parecía ser un tanto beneficioso.
Esperaron entonces con paciencia, mientras el juez hacía su aparición, dándole tiempo a Nicolás de que pudiera aparecer también.
Pero no lo hizo.
Su abogado dio un último vistazo a los argumentos de su demanda, preparándose para defenderla, como debió haberlo hecho hacía varios años atrás.
De pronto, hubo un silencio general y entonces las figuras de autoridad se materializaron frente a sus ojos, adoptando cada uno de ellos sus respectivos asientos en ese tribunal.
El juez miró con el ceño fruncido hacia el asiento del acusado, el cual se encontraba completamente vacío. Dio entonces un golpe en la madera con el mazo y comenzó con el juicio.
—Estamos aquí para deliberar sobre la demanda de nulidad de divorcio interpuesta por la