Episodio VI

Martes 3 de marzo del año en curso.

Me despierto temprano para salir al AHS y hablar con Daniel, tiene buna pinta, tal vez el entienda como me siento. No desayuno en casa y salgo tan rápido como puedo para que no me detengan.

«Sigo furiosa con Mia, no tenía que decirle a Bernhard, seguro que Alexander ni siquiera sabe eso.»

—Buen día Daniel—me acomodo en el asiento de adelante por primera vez.

— ¿A dónde te llevo? —se ríe.

—Tengo la primera hora libre—bajo la mirada.

—Se a donde llevarte—enciende el auto y salimos.

Me lleva a la calle histórica y caminamos perdiéndonos entre turistas.

—Me inspiras confianza Daniel—miro al frente.

—Puedo escucharte ahora—me anima a hablar.

— ¿Cómo terminas con algo que ni siquiera había empezado?

—Alguien—puntualiza—es sencillo, mandas todo al carajo y sales de fiesta—me hace reír.

—Lo digo en serio Daniel—aun así, no evito reírme.

—Te ves mejor cuando sonríes—se detiene.

Me paro frente a él y por primera vez puedo verlo; es un chico alto, delgado, tez clara, cabello castaño (largo y rizado), cejas abundantes y ojos marrón claro, sus labios tienen volumen y se ven rosados, el color en sus mejillas le da vida a su rostro.

— ¿Y?

—Y, tienes que decirle, la otra persona no es un adivino para saber lo que piensas y sientes—mantiene sus manos en sus bolsillos—pero la fiesta es un hecho, tenemos que ir de fiesta.

—Hagamos una fiesta por mi cumpleaños—agrando los ojos—que gran idea Daniel—lo empujo en forma de juego.

Caminamos hasta que se nos termina el tiempo y me lleva a clases. En el receso prendo mi teléfono, entro a W******p y de una vez elimino el chat de Bernhard para no saber que me ha dicho en mensajes.

Le escribo un mensaje nuevo mientras finjo escuchar a Marie y trato de mostrar mayo interés en ello.

“¿Tienes tiempo?”

“Sí” me responde en seguida.

“Te veo a las 2.15pm en el mirador.”

Vuelvo a apagar mi teléfono. Las clases parecen monótonas, al salir del AHS me despido de Marie dejándola un poco más tranquila por mi estado de ánimo; hablar con Daniel me hizo muy bien.

Llegamos en minutos hasta el mirador y veo que Bernhard me espera, lleva su uniforme puesto, Daniel se estaciona y me espera con la camioneta encendida.

—Len…

—Escucha—lo interrumpo—debí conocerte antes de liarme contigo, pero eso ya no importa. Se acabo Bernhard, eso que solo tu yo sabíamos y que ni siquiera comenzó—me rio.

«Solo hazlo Len.»

—Lena, hablemos a solas—voltea a ver a Daniel.

— ¿Daniel? —indico—no te preocupes él no nos está escuchando—le aseguro.

— ¿Qué es lo que esperas de mí?

—Nada, en realidad ya nada Bernhard—me doy la vuelta y subo a la camioneta con Daniel.

Me doy cuenta que Daniel me observa de reojo y guarda silencio para no incomodarme; me lleva a casa.

Jueves 3 de abril del año en curso.

Ha pasado un mes desde entonces, no sé nada de Bernhard, la escuela es monótona, llevo un mes en el curso de repostería y cada vez soy mejor en ello; Marie sigue siendo mi mejor amiga, lo será por siempre realmente, y Daniel, ha sido de gran apoyo tener a alguien con quien hablar de cualquier cosa, hasta de lo más inusual, es un buen chico, realmente me agrada.

Me aleje de Mia un poco, sé que lo nota, pero no me gusta que se metan en mis asuntos cuando no tenemos una relación cercana, ya no volvió a mencionar nada de Bernhard. Por otra parte, Alexander es igual que siempre, se la pasa trabajando y diciendo que debo ser la mejor en el AHS para ser una buna candidata a la universidad.

En fin, estoy muy emocionada porque cada vez está más cerca mi cumpleaños, el día soñado desde que tengo memoria.

Es fin de semana, no tengo clases hasta el lunes y es primavera, nada puede ser mejor que esto. Me encanta la primavera, todo es tan colorido, tan vivo, me puedo vestir con menos ropa…tantas posibilidades.

Viernes 4 de abril del año en curso.

Hoy por la mañana he quedado con Marie para pasar el fin de semana en su casa, aprovechamos que sus padres están de viaje para tener casa sola, claro que me he tenido que jugar un par de cartas para que mis padres accedieran, no ha sido una tarea nada fácil.

Ahora mismo salgo de casa con una pequeña maleta.

— ¿Maleta? ¿En serio? —me dice Daniel mientras me ayuda a subirla a la cajuela.

—Calla…—me hace reír.

En el camino le pido que escuchemos música.

—Esta vez yo pongo la canción—le indico y busco mi última canción favorita. 

— ¿Those eyes? —Daniel me ve con asombro—tienes buen gusto chica.

—Porque todas las pequeñas cosas que haces…

—Me recuerdan porque me enamore de ti—me sigue Daniel y cantamos juntos a todo pulmón.

—Y cuando estamos separados y te estoy extrañando…

Ha sido un camino agradable compartiendo el momento con Daniel, llegamos a la entrada de la casa de Marie y Daniel se estaciona para ayudarme con mi maleta.

—Paso por ti el domingo por la noche—me pasa la mano por mi cabeza alborotándolo.

—Daniel, arruinas mi precioso cabello—me rio y trato de apartarlo de mí.

—El poco que tienes—se burla.

Me despido de Daniel y entro a la casa de Marie.

—Al fin llegaste, tengo todo planeado; primero iremos de compras obviamente, en la noche vemos un maratón de pelis hasta quedarnos dormidas y mañana, podemos hacer lo que queramos.

—Me encanta ese plan—la abrazo.

Dejo mis cosas en casa de Marie, nos vamos caminando hasta llegar a las tiendas de ropa; tardamos una eternidad en elegir, pero es precioso, porque es ropa de primavera al fin; no tardamos en comprar y volver a casa de Marie para ponernos todo lo que hemos comprado.

— ¿Qué tal se me ve este? —sale Marie con un vestido de flores en tono pastel.

—Te queda hermoso, combina perfecto con tu tono de piel y tu cabello color oro.

«Marie es muy linda, su estatura promedio, el color de su piel y cabello, la hacen un ser adorable, además siempre está roja como tomate.»

—Si, pero no me gusta que se nota bastante que no tengo busto…

—Marie, tienes cosas más importantes—la interrumpo.

—Tienes ojos verdes, un buen trasero y unas buenas piernas, y que me dices de esa cintura, dios mío, muero por una así—trato de hacerla reír.

Terminamos de probarnos ropa y nos ponemos a ver películas de todo tipo, nuestro único requisito es que sean interesantes.

Comemos pizza y tomamos un poco de vino hasta medio embriagarnos, como es de esperarse a mitad de la madrugada nos quedamos dormidas.

Sábado 5 de abril del año en curso.

 Despertamos super tarde, incluso más tarde de lo que imaginamos que sería.

—Marie, despierta, son las 12pm—la muevo un poco.

— ¿Son las que? —se endereza del sofá y se talla los ojos.

—Las 12—recojo las copas de vino, las sobras de pizza, etc.

— ¿Qué? —se levanta de un salto—debimos embriagarnos Lena—se toca la cabeza.

—Supongo que sí.

Suena mi teléfono, lo reviso y es Daniel, tomo la llamada cuánto antes.

—Si.

—Paso por ustedes a las 8, hay una fiesta a la que no podemos faltar—me ordena Daniel.

—Vale—termino la llamada.

Le cuento a Marie, el plan no le desagrada para nada, al contrario, esta entusiasmada por conocer a nuevas personas. Limpiamos todo lo que hemos ocupado en su casa, al terminar nos arreglamos rápidamente.

—Marie, ¿negro o blanco? —le muestro dos vestidos.

—El negro es tu color, pero el vestido blanco te queda perfecto, así que ponte el blanco, después me lo agradeces—me sonríe.

Me pongo el vestido blanco, me maquillo un poco y me pongo zapatillas; al final solo ondulo un poco mi cabello y me acomodo el fleco.

Llega Daniel y lo hago entrar porque Marie aún no termina, le encanta tomarse su tiempo para verse linda.

—Lena, ¿tienes algún collar?

—Sí, ¿Por qué? —me sorprende con su pregunta.

—Tu vestido se te verá mejor con un collar.

Vamos a la habitación, Marie se sigue peinando; le doy a Daniel el único collar que llevo y me paro frente al espejo para que me ayude a abrocharlo.

«Marie tiene razón, este vestido resalta mi cuerpo de pera, los olanes a lado de los brazos en lugar de mangas hacen que resalte mi pecho, el encaje que tiene es muy bonito, además el corte es justo como me gusta: a media pierna.»

Daniel termina de ponerme el collar.

«Era lo que faltaba, mi collar de corazón le da un toque discreto, pero al mismo tiempo eleva el nivel en que me luce el vestido.»

Cuando Marie termina de peinarse, salimos de su casa directo a la fiesta.

—Llegamos, ¿están listas?

— ¡Sí! —gritamos las dos a la par.

Entramos y apenas hay un par de personas llegando.

—Tal vez debimos llegar más tarde—volteo a ver a Daniel.

—Pensé que se tardarían más arreglándose—se ríe.

 Daniel nos presenta a sus amigos, comenzamos a beber y apenas ponen música, nos vamos a la parte trasera de la casa donde hay una piscina. Pronto estamos rodeados de un montón de chicos que no conocemos, Marie desaparece con uno de ellos y a Daniel se lo llevan a jugar dentro de la casa.

Veo que todos están en su rollo, me alejo poco a poco de la fiesta y veo un pequeño jardín; una chica está fumando allí.

—Hola—termino de acercarme a ella—me das uno.

—Te lo regalo—se ríe.

Nos sentamos a fumar juntas sin decir nada, la noche es linda, tranquila.

—No eres de por aquí.

—No, ¿se nota mucho?

—Sí—se burla de mí.

—Lena—le extiendo una mano.

—Helga—me aprieta.

— ¿Qué significa?

—Bendita o bienaventurada—agacha la cabeza y se ríe.

—Que afortunada—le doy un codazo.

—Mhee…tengo que irme, te veo después Lena.

Me quedo sola, apenas me veo entre el jardín con los rayos de la luna que se aferran a iluminarme. Me termino mi cigarro, me levanto, tiro la colilla y la aplasto con mi zapatilla.

—Señorita Lena—escucho a Bernhard detrás mío.

«Carajo, lo que me faltaba.»

Me doy media vuelta y camino de regreso a la fiesta—que tal—le contesto casi murmurando.

Antes de que pueda escabullirme me detiene del brazo.

—Esta vez no puedes escapar—busca mi mirada.

—Ok—retrocedo unos pasos y cruzo mis brazos—dime, te escucho.

— ¿Qué hice para que de un día para otro ya no quieras ni verme?

Bajo los brazos y antes de que pueda responder una voz se acerca.

—Bern, encontré los tragos—es la pelirroja.

—Aquí está tu respuesta—paso mi mano por su hombro, aprieto los labios y me voy.

Llego a la orilla de la piscina, me quito las zapatillas y sumerjo mis piernas en el agua. Veo a Daniel desde lejos, le murmura algo a su amigo y después se acerca a mí con unos tragos.

—Amigos, escuchen, esta es nuestra canción—me ayuda a levantarme y empieza a sonar those eyes.

Todos levantan sus bebidas brindando por nosotros, veo a Bern quien levanta su bebida y me ve directo a los ojos, no puedo sostenerle la mirada y la evado a toda costa.

—Porque todas las pequeñas cosas que haces—canta Daniel.

Cantamos la canción con sentimientos a flor de piel y cuando termina pierdo de vista a Bern y la pelirroja.

«¿A dónde carajos fueron?, bueno Lena, a ti que te importa.»

—Tengo que ir al baño—le digo al oído a Daniel.

Entro a la casa y sigo las indicaciones que me dio Daniel para llegar, veo que la puerta está abierta, entro y cuando estoy por cerrar, Bernhard pone su mano, abre la puerta y se encierra conmigo, todo pasa tan rápido que no me da tiempo de reaccionar.

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