Episodio V

Al terminar de besarnos; Bern me lleva a la parte trasera del AHS, para simular que acabo de salir de clases.

Sigilosamente voy a la entrada; Marie va saliendo y desde lejos me ve, corre directo hacia mí y yo trato de no llamar más la atención de la que ya está haciendo Marie.

—Lena, ¿Qué haces aquí? —dice sin disimulo.

—Marie, baja la voz—la regaño.

—Ok, me voy contigo para que me cuentes todo—me dice entre murmureos.

El chofer llega y nos lleva en seguida a casa. Para cuando llegamos, Mia tiene la comida lista, esta vez no podemos negarnos a comer con ella; en la mesa se siente un silencio perpetrador.

— ¿Y el señor Alexander no nos acompaña? —Marie rompe con el silencio.

—Tiene que trabajar fuera de casa la mayor parte del tiempo, ya lo sabes, le encanta perfeccionar su trabajo—Mia levanta la vista y se dirige a Marie— ¿y qué tal las clases?

—Las clases normal, el tiempo se pasa volando, ¿no? —me apresuro a responder inconscientemente.

Mi madre frunce el ceño y parece no comprender porque reacciono así.

—Sí, el tiempo a veces parece que pasa tan rápido, sin pensarlo ya vamos a mitad de curso, solo un poco más y seremos universitarias—me sigue Marie.

—Hablando de eso, Lena—me mira—se acerca tu cumpleaños, en menos de dos meses cumples 19, así que tu padre y yo comenzamos a organizarte una fiesta, puedes invitar a tus amigos—sonríe.

— ¿Amigos?, la única amiga que tengo es Marie, mi padre y tu no han sido muy flexibles con eso—arremeto contra ella.

—Y ahora esta Bern, puedes aprovechar para invitarlo, de hecho, enviaremos invitaciones a sus padres, le hará bien a tu padre charlar con un viejo amigo—me guiña un ojo.

Terminamos de comer, vamos a mi habitación; Marie espera impaciente sentada sobre mi cama a que hable cuanto antes.

—Aquí voy, omitiré detalles por supuesto.

—Ya dime—veo una mirada inquisitiva asechándome.

—Estuve con Bern en el bosque—continúo diciendo—hablamos un poco de…nosotros.

— ¿Nada más? —se inquieta—faltaste a clases para hablar con él, ¿no podían hacerlo por chat? —finaliza diciendo lo anterior.

—Hicimos un picnic en su camioneta, además me gusta hablar con él en persona, es más natural y lo siento más cercano, no sería lo mismo en chat.

Me recuesto sobre la alfombra, subo mis piernas a la cama y cruzo los brazos.

«Bern…que bonito suena su nombre en mi cabeza, que bobadas estoy diciendo, ahora ya parezco idiotizada, no puedo idealizar mi relación con Bern...» me quedo pensando y sonrió.

—Lena—Marie pasa su mano enfrente de mí cara para hacerme reaccionar.

—Lo siento, ¿Qué me decías?

—Y, ¿de qué hablaron? —sigue averiguando.

—De cosas que no había hablado con nadie. No me preguntes más Marie, tengo la cabeza en otro lado—le suplico.

—Lo sé, en Bern—me lanza una almohada.

—Claro que no—me levanto y le lanzo la almohada de vuelta.

Iniciamos una pelea de almohadas entre risas, hasta que quedamos exhaustas y nos tumbamos en mi cama.

Marie se fue temprano de casa, me puse al corriente con mis clases. En la cena aprovecho para hablar con Alexander, es el momento de convencerlo al fin…

—Mi madre me dijo que me están organizando una fiesta.

—Así es.

— ¿Puedo pedir mi regalo de cumpleaños por adelantado? —les suplico.

Los dos se voltean a ver, Mia le toma la mano a Alexander asintiendo.

«Que raro, normalmente sería al revés.»

— ¿Qué quieres de regalo Lena? —me dice Mia.

—El fin de semana inicia un curso de repostería, quiero inscribirme—estoy muy emocionada.

—Bueno, se acomoda a tu horario; así no descuidarás el AHS; puedes inscribirte. —confirma mi padre.

— ¿En serio? —aún no puedo creer que fue tan fácil—gracias, gracias…—me levanto de la mesa y los abrazo.

—Está bien lena, termina de cenar—me dice Mia.

Estoy tan feliz, que al subir a mi habitación le hago una videollamada a Marie para contarle.

— ¡Marie!

— ¿Por qué me hablas a esta hora?

—Voy al curso de repostería.

— ¿Qué?

Las dos gritamos de emoción.

—Eso es increíble Lena, me da gusto que al fin puedes iniciar eso que tanto habías deseado.

Termino de hablar con Marie. Por curiosidad voy al chat de Bern, pero no encuentro novedad.

«Si hoy estaba libre en la mañana, quiere decir que no fue a trabajar, ahora debe estar en su casa, entonces, ¿Por qué no me habla?»

Estoy tan entusiasmada con la noticia del curso de repostería, que de inmediato reviso los requisitos y todo lo que necesito para irme a inscribir mañana; después me voy a la cama y me sumerjo en sueños profundos.

Jueves 26 de febrero del año en curso.

Al despertar lo primero que hago es revisar mi teléfono, no tengo ninguna novedad.

«Se siente tan extraño no saber nada de Bern, ¿debería escribirle?, no, es mejor que lo haga él.»

Fui a clases, después le pedí al chofer que me llevara a la cafetería a inscribirme para el curso de repostería.

Entro con los requisitos en mano y una sonrisa que se me extiende de oreja a oreja. 

—Buen día, me acerco a la barra.

Termino de inscribirme; me hacen esperar un poco para darme un par de documentos con los horarios y la lista de insumos que necesitaré en cada clase.

Aprieto mis manos perfectamente entrelazadas por detrás de mi espalda, esperando impaciente, de repente, me doy vuelta sin pensar y veo a Bern con una pelirroja.

«¿Quién es ella?»

Parece que la están pasando muy bien, están sentados uno enfrente del otro, los dos sonríen y parecen entablar una charla amena.

—Aquí están señorita Lena, lamento la tardanza—me sorprende el chef.

Tomo el folder entre mis manos—gracias—lo digo en voz alta a propósito.

Me doy la vuelta y me dirijo a la entrada con la mirada fija en mi objetivo: salir de ahí.

«No debí hablar tan fuerte, m****a…»

—Len—me sorprende Bern en la entrada deteniéndome del brazo.

«En serio, me saluda como si nada.»

— ¿Hola? —no sale otra cosa de mi boca.

— ¿Qué haces aquí?

—Lo mismo te pregunto—arremeto de inmediato.

— ¿Esta todo bien?...

— ¿Por qué no habría de estarlo? —lo interrumpo.

Frunce el ceño y se queda callado unos segundos.

—Tengo que irme—señalo al chofer que me espera—buen día—me despido sin más.

«Vete al carajo Bern. M****a, ¿por qué no escuche a Marie?, debí saber más de Bern antes de liarme con él; al menos eso solo lo sabe Marie.»

Subo a la camioneta resignada, llego a casa y me encierro en mi habitación, aprovecho para cerrar mi balcón con toda la seguridad posible.

Hago apuntes de clases y me pongo a estudiar. La tarde pasa rápido y en la noche recibo mensajes de Bern:

“Lena, ¿podemos hablar?”

“¿Puedo llamarte?”

No le respondo, me siento tan molesta y al mismo tiempo como una idiota.

«¿Estoy celosa? No, es solo que… ¿Qué hacía con esa pelirroja?, y en mi cafetería favorita, demonios, tengo que pensar en otra cosa.»

Recibo más mensajes de Bern:

“Lena, el fin de semana estaré en el trabajo, no podré comunicarme contigo, te veo pronto, cuídate.”

«Tú también cuídate Bern.» digo en mi mente.

No respondo, mi orgullo no me deja, además antes debería comenzar por decirme quien es esa pelirroja.

El fin de semana pasa sin pena ni gloria, incluso el curso de repostería me pasa desapercibido, sigo pensando en Bern, no puedo sacarlo de mi cabeza, es un horror seguir pensando y preguntándome toda clase de cosas sin parar, es desgastante.

Lunes 2 de marzo del año en curso.

El chofer me lleva a clases como de costumbre; las primeras horas pasan desapercibidas, en el receso me muestro desinteresada y por primera vez estoy callada, sumida en mis pensamientos más íntimos.

—Tierra llamando a Lena—me pasa su mano por enfrente para hacerme reaccionar.

—Estoy aquí Marie—le digo sin interés.

—No es verdad, tu cuerpo está sentado junto a mí, pero tú no estás aquí—me explica.

— ¿Sabes?, tengo que ir al baño, te veo en la salida—sujeto mis pertenencias y camino por los pasillos.

Desbloqueo mi teléfono y entro al Chat de Bern.

«Hoy ya debe estar libre, ha terminado el fin de semana. ¿Qué tenemos aquí?, ha subido una historia.» deslizo el dedo para ver la historia.

«Hdp, claro la pelirroja es tu compañera de trabajo, parece que son de la misma edad.»

Apago mi teléfono con rabia, suena el timbre; entro a mi salón y me excuso.

«Tengo que salir de aquí cuanto antes.»

Le digo al chofer que me siento mal, le pido que me lleve al mirador antes de ir a casa, él no me cuestiona, en realidad nunca lo hace, es demasiado callado…

Al llegar al mirador desbloqueo mi teléfono nuevamente, entro a ver la historia de Bern.

«Maldito.» no evito pensar.

Parece que en la foto tienen el uniforme de su trabajo, Bern la abraza por un costado y ella rodea la cintura de él, ambos sonríen ampliamente, están en una oficina.

Me entra una llamada de Mia, no le respondo, seguro le avisaron del AHS que me retire porque me sentía mal.

—No le avises a nadie en dónde estamos, volveremos pronto, no quiero preocuparlos, solo necesito un respiro—le ordeno al chofer.

«Tengo que volver a casa lo antes posible, pero no puedo, si me quedo en casa solo pensare en Bern, ya no quiero pensar en eso. ¿Y si solo es su compañera de trabajo? Pero hace apenas unos días que llego aquí y se muestra tan amable con ella.»

Le pido al chofer que demos un paseo por el bosque, veo por la ventana los pinos llenos de nieve, mi mirada parece perdida, trato de dormirme, pero no puedo, no logro concentrarme en nada.

—Es hora de volver señorita, la temperatura está bajando—me dice el chofer por el retrovisor.

—Así que si hablas—me rio—está bien.

Se ríe—puedo escucharla, ya sabe que no hablo—baja la velocidad.

—Háblame de tu, parece que somos de la misma edad, disculpa si no te hable antes, sabes cómo son mis padres…

—No te preocupes, se cuánto te costó ganarte el permiso para el curso de repostería.

De la nada sale la camioneta de Bern por enfrente haciendo que el chofer frene de repente

— ¿Estas bien Lena? —voltea a verme el chofer.

— ¿Cómo te llamas? —toco mi cabeza porque me golpe con el asiento de enfrente.

—Daniel—me ve confundido.

—Muy bien Daniel, vámonos a casa ahora—le ordeno.

Veo que Bern se baja de la camioneta, está por llegar a mi puerta en poco tiempo, y de repente, se baja la pelirroja…

— ¡Vámonos Daniel!

Hábilmente gira la camioneta y sale a gran velocidad. No miro atrás y veo que Daniel me observa por el retrovisor. Llegamos pronto a casa y le pido a Daniel que no diga nada de lo que paso.

Mia preocupada me espera en la sala.

—Lena, ¿en dónde estabas?

 —Me siento un poco mal, le pedí a Daniel que me llevara al mirador a tomar un poco de aire fresco—me acerco a ella.

— ¿Quién es Daniel?

—El chofer, no sé porque no me sorprende—me enojo.

—Déjame avisarle a Bernhard que ya estás en casa…

—Así que tú le dijiste—me pongo furiosa por completo y me voy a mi habitación ignorando a Mia por completo.

«Carajo, ¿Qué más puede pasar?, tengo que hablar con Bernhard, pero será mañana, esta noche tengo que pensar con calma.»

Mia, Alexander, Daniel y Marie tratan de hablar conmigo, porque les preocupa verme “enferma”, siempre he sido una chica muy sana; los ignoro a todos por completo. El resto del día me desconecto de todas las redes sociales y trato de aclarar mi mente y mis sentimientos.

«Me tomaré un calmante, me ayudará a dormir y tal vez por la mañana me haga pensar mejor.»

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