En el dormitorio
Adeline estaba sentada en la cama, todavía jugueteando con la caja de música. Después de un rato, el aburrimiento comenzó a invadirla. La cerró y la devolvió con cuidado a su lugar. Su mirada volvió a recorrer la habitación de Jason, observando los distintos objetos que había allí, hasta que sus ojos se detuvieron en el buzón de cartas de Jason. Movida por la curiosidad, se acercó.
—Tengo mucha curiosidad por saber qué hay dentro del buzón de cartas de Jason… Si las leo, ¿se enfadará conmigo? —murmuró Adeline, con un leve matiz de temor en la voz.
En ese momento, Jason entró de repente en la habitación, sobresaltándola.
—Adeline… ¿qué estás haciendo? —preguntó Jason, entrecerrando ligeramente los ojos.
—Eh… nada —respondió Adeline con rapidez, intentando sonar natural—. Solo estaba buscando un libro. ¿Dónde sueles guardar tus libros?
—Mis libros no están ahí. Ven —dijo Jason, frunciendo apenas el ceño mientras la llevaba a otro lugar y le mostraba varios libros.
—Jaso