Adeline se secó las lágrimas rápidamente. Obligó a sus pulmones a respirar y convenció a su corazón de que estaba bien. Luego regresó hacia Jason, Celine y Will.
—Adeline, ¿dónde estabas? —preguntó Will.
—En el baño, Will —respondió Adeline, forzando una sonrisa.
—Willy… ¿puedes llevarme a casa? —susurró con suavidad.
—Claro. Ya es tarde, de todas maneras —contestó Will.
—Jason, llevaré a Adeline a casa primero. Quédate aquí con Celine —dijo Will, levantándose de su asiento. Jason también se puso de pie y caminó hacia Adeline.
—Adeline… ¿estás segura de que quieres irte con Will? —preguntó Jason.
Adeline no dijo nada; simplemente asintió. Luego se dio la vuelta y caminó delante de Will, sin siquiera despedirse de Jason o Celine.
Jason observó su espalda alejarse y cerró los ojos.
Adeline subió al coche de Will, y él arrancó despacio. Ella seguía devastada. Todo el tiempo miró fijamente por la ventana, perdida.
—Adeline, ¿a dónde quieres ir? ¿A tu casa o a la de Jason? —preguntó Will.