220. Te gusta que esté a tus pies
Ella se quedó paralizada junto a su hermana, al ver a su esposo con su hija. La imagen familiar golpeó su corazón.
En su adolescencia, jamás hubiera pensado lo que estaba destinada a vivir con Dimitry, su enemigo jurado. Él diciéndole que siempre había estado enamorado de ella, que deseaba un hogar juntos en comparación con aquel chico que se esforzaba por sacarla de sus casillas e irritarla continuamente no parecían ser la misma persona, pero lo eran.
Y lo peor o mejor de todo es que ella se había enamorado de ambas versiones.
Se sintió seducida al ver como se veía su esposo totalmente perfecto en ese momento todo vestido de negro.
Su porte era sexy, cautivador al igual que la mirada que le devolvió al ver que ya estaba lista.
Sus ojos celestes la recorrieron de pies a cabeza, como si estuviera pensando algo intenso, provocando un estremecimiento y un voluntario en ella.
—Te ves tan hermosa, mamá.
Ava corrió a su encuentro cuando Dimitry la dejó sobre el suelo y se abrazó a ella apoy