16. Dímelo, esposa
—No puedo hablar de mi posición, señora.
—¿Incluso conmigo? —preguntó curiosa Satarah antes de comerse su postre con la mirada fija del hombre frente a ella.
Andrei sonrió ligeramente antes de contestarle.
—Incluso con usted.
—Eso solo me dice que no eres solo mi guardaespaldas, hay algo en ti —afirmó sonriéndole.
Él se quedó en silencio viendo el movimiento de los labios de Satarah pero cuando se dio cuenta de lo que hacía apartó la mirada con la mandíbula tensa.
—Venga, come un poco. No te interrogaré más, al menos no sobre el trabajo.
Él se obligó a dar un bocado incluso aunque no tenía hambre.
—¿Tienes hermanos?
Andrei enseguida se tensó inquieto.
—No.
—¿Qué haces cuando no me cuidas? ¡Y no estoy hablando de trabajo! —Exclamó ella risueña.
El guardaespaldas le sonrió a medias pero enseguida notó a su jefe viniendo en dirección de ambos. Andrei se tensó en su asiento y Dimitry finalmente llegó, colocando su chaqueta sobre el respaldo de una silla antes de sentarse en otra al lado