Punto de vista de Sofía
No sé por qué esperaba que él me apoyara en esto. No sé por qué duele tanto.
En el momento en que le dije a Adrián que estaba embarazada, vi el pánico brillar en sus ojos—un destello de algo crudo e inquietante. Y luego vinieron las palabras—esas que no puedo olvidar, por más que lo intente.
—No puedes quedártelo, Sofía. Arruinará todo. Piensa en nosotros, nuestras carreras... nuestro futuro.
Esas fueron sus palabras exactas, frías y calculadas, como si yo fuera una decisión de negocios que salió mal. Mi estómago se revuelve solo de pensarlo. El padre de mi hijo veía esto como un error, un problema que debía borrarse. Y aun así, fui lo suficientemente tonta para pensar que estaría a mi lado, que todavía quedaba algún rastro del hombre que una vez amé.
Debí haberlo sabido. Adrián siempre ha sido así, obsesionado con el control—con que las cosas encajen perfectamente en su versión de la vida. ¿Un bebé? Eso no encajaba en su imagen cuidadosamente elaborada.
El recu