Capítulo 5

Lucca entraba a la oficina de su hermana mientras se desabrochaba el traje. Estaba increíblemente nervioso, no tenía idea de lo que iba a ocurrir en unas horas. La única solución que les dio el dueño de la clínica fue que podían reunirse para acordar lo que querían hacer con todo ello, aunque estaba claro que no se salvarían de la demanda que la familia Birdwhistle le iba a poner.

—¿Tienes el contrato listo? —Lucca se sienta frente a ella mientras la mujer se quita los anteojos.

—Lo tengo listo, pero quiero que sepas que esto es una locura —el hombre hace una mueca—. Esa mujer no aceptará lo que quieres pedirle.

—¿Es una locura que quiera tener a mi hijo? —frunce el ceño.

—No. La locura es que quieras quitarle cualquier derecho, Lucca. ¿No te has puesto a pensar que quizás ella no quería tener?

—Lo quería tener con alguien más o quizás es una mujer que también iba a alquilar su vientre. Estoy seguro de que tanto ella como yo, no planeó que nos emparejáramos en primer lugar.

—Ese bebé tendrá sus genes.

—Y los míos. Así como los iba a tener la mujer gestante también, no me jodas. ¿Por qué ahora no estás de acuerdo conmigo?

—Porque esto no me gusta. Pero como siempre, las cosas se harán como quieres —la mujer pone los ojos en blanco—. Solo espero que no seas tan brusco para decirle.

—No te preocupes. Estoy seguro de que lo aceptará, es una buena oferta.

—Esto no me gusta para nada.

Estaba claro que Lucca se rehusaba a compartir a ese bebé, pero no todo sería tan sencillo. Samara tenía sus derechos, y si quería, podía negarse a aquella locura.

La mujer se había quedado la noche en el hotel, aunque tenía claro que tendría que buscar un nuevo lugar seguro. Zyan no se tardaría en buscarla y lo cierto es que con su familia no podía regresar, ahora estaba sola y embarazada.

Mientras limpia sus lágrimas, termina de cambiar el chip de su celular. No quería que la volvieran a contactar, desde ahora tenía que empezar desde cero y lo único que podía hacer era mantenerse lejos de Zyan para poder avanzar.

La cita no era en la clínica, ella lo negó cuando pensó en su ex prometido. Mientras más podía evitar todo aquello, más a salvo iba a estar. Le dieron una dirección en el centro de la ciudad, ella no tenía idea de dónde era el lugar hasta que llegó allí.

Un enorme edificio con el nombre "JBK TECHNOLOGY" era el sitio en el que la citaron. Tomó una larga bocanada de aire y entró al lugar. En ese momento agradeció el hecho de haberse llevado algo de ropa que tenía en la finca, estaba acorde al sitio con aquel vestido negro corto hasta la mitad del muslo a juego con los zapatos.

Ella sea cerca hasta la recepcionista, intentando recordar el nombre de la abogada que le había nombrado Joseph, el dueño de la clínica.

—Buenos días. Tengo una cita con Jane Birdwhistle —la mujer levanta la mirada hacia ella y la observa.

—¿Tu nombre?

—Samara Daft.

—Dame un segundo —la mujer comienza a teclear en su computadora y luego vuelve a mirarla—. Enséñenme su identificación, por favor —la mujer se la entrega y entonces ella asiente—. Suba al piso 16, la anunciaré.

—Muchas gracias.

No entendía por qué recibía las miradas de todos los presentes, solo esperaba que no la hayan reconocido. Mientras caminaba hacia el elevador recordaba qué tan jodida estaba para asistir a una reunión con unos completos desconocidos para saber lo que iba a ocurrir con su bebé. No es que negociara aquello, pero al menos quería saber si ese hombre también estaba dispuesto a demandar a la clínica.

Cuando las puertas del elevador se abren, aparece una mujer caminando hacia allí. Primero le sonríe y luego la observa, Samara tiene que tragar saliva y juntar fuerza de voluntad para seguir.

La mujer de largo cabello negro, prolijamente peinado hacia atrás y vestida en traje azul la mira y asiente con su cabeza, dándole a entender que sabe de quién se trata.

—¿Samara Daft? —pregunta con gentileza.

—Si. ¿Usted es Jane? 

—Jane Birdwhistle, un placer. Por favor, sígame.

Los tacones suenan contra el mármol mientras ambas caminan por el largo pasillo. Las miradas están de nuevo sobre ellas, Samara se siente como si estuviera pasando por la corte, donde estaban a punto de juzgarla. No era el mejor momento para afrontar a las personas, pero esperaba que el drama familiar la golpeara más tarde.

—Adelante, por favor.

En el momento que Jane abre la puerta y ella levanta la mirada, se encuentra con la persona que menos imaginó. Si, aquel hombre con el que había tenido el pequeño accidente entrando a la clínica estaba sentado en el escritorio. Lucca también se sorprendió de verla a ella, porque entre miles de mujeres que pudieron haber sido, justo ella tenía que ser.

—Parece que nos vemos de nuevo, señorita —Lucca sonríe de costado y se endereza—. Veo que se sorprende también. Tome asiento.

—Esto parece una clase de broma, de verdad —la mujer se ríe con nerviosismo y se queda en su lugar, recibiendo una mirada del hombre sobre ella.

Lucca la había mirado aquel día, y claro que quedó en sus pensamientos por el resto del día. Esa mujer le había parecido hermosa, pero realmente no imaginó que pudiera ser ella. Como siempre, intentaba tomarse las tragedias con un poco de humor, pero la situación ahora mismo no era la ideal.

—Bueno, es mejor que comencemos —interrumpe Jane cuando nota que ambos no apartan la mirada del otro.

—Si, mejor. Señorita Daft —Lucca le señala el asiento para que se pusiera cómoda.

—Entiendo el motivo por el que estamos aquí, pero nadie supo decirme nada cuando pregunté. ¿Podría saber por qué me han citado? ¿Y con una abogada? —cuestiona Samara.

—Como sabe, señorita Daft. La clínica ha cometido un error espantoso, lo que queremos es llegar a un acuerdo para poder demandarlos. Los daños están hechos, pero no puede volver a suceder algo como esto —habla Lucca.

—Estoy de acuerdo con eso, pero ¿Qué podríamos hacer? —ella aclara su garganta—. Era mejor enviarles una demanda y listo. No entiendo por qué la citación para hablar, en realidad.

—Tenemos un asunto en común, señorita Daft —Lucca la mira mientras gira su silla—. Usted ahora tiene a mi bebé —Samara levanta una ceja.

—¿Su bebé?

—Esta despreciable clínica ha cambiado las fichas, por lo que a usted la inseminaron con mi muestra. Había pagado una gran cantidad de dinero para encontrar a una gestante, ellos se equivocaron.

—Si, ellos lo hicieron. Eso no quiere decir que sea su bebé, señor Birdwhistle. A esa clínica asistí con la idea de que en realidad tuviera un hijo con mi prometido. No lo diga como si lo he engañado yo, aún no logro asimilarlo.

—¿Su prometido? ¿Y dónde está él?

—¿Podría importarle eso? —Lucca levanta una ceja.

—Tiene razón, me importa poco. En realidad, lo que quería hablar con usted es sobre los puntos de este acuerdo. Si quiere, puede leerlo con tranquilidad.

Jane mira a su hermano de mala manera cuando Samara aparta la mirada para concentrarse en el papel. Ella no entendía por qué le estaba hablando de aquella manera, pero no le gustaba para nada el hecho de que haya comenzado tan mal con aquella mujer.

Samara pone los papeles sobre la mesa mucho más fuerte de lo que debería, pero es que la furia se estaba apoderando de ella. Cuando lo mira a Lucca ni siquiera se dimensionaba a cuando le molestaron sus palabras. Ahora directamente lo fulminaba, como si quisiera realmente golpearlo.

—¿Esto es cierto? —le dice con los dientes apretados— ¿Pretende que le dé a mi bebé?

—Ceda los derechos y estará bien. Señorita Daft, puede considerarlo por una buena suma de dinero. Le aseguro que será lo mejor para todos, tanto para su esposo y usted, como para mí.

—¿Qué m****a es lo que les ocurre a los hombres? —gruñe— ¿Piensas que tienes derecho sobre el bebé solo porque pusieron tu semen en mí? —la mujer aprieta los dientes mientras se pone de pie y lo mira—. Puede meterse el dinero en el trasero, se lo aseguro. No voy a resignar a mi hijo por su estúpido dinero.

—Señorita Daft, escúcheme, por favor —intenta interceder Jane.

—¡No! ¿Qué parte no entendió? —la mujer la mira con el ceño fruncido—. Es mi bebé, y por si no lo sabía, no han sido los únicos estafados. Tendrá que vivir con eso.

La puerta es abierta en ese momento y Ismael Bridwhistle entra, mirando a la mujer por un momento. Vuelve a mirar a sus hijos y entonces se percata de la pequeña panza de aquella hermosa mujer, por lo que se cuestiona por un momento si en realidad ella es la novia de su hijo.

—No me digas que ella es tu novia —le dice el hombre con una sonrisa—. Oh, querida. No tenía idea de que estarías aquí.

Lucca y Jane se miran mutuamente cuando el hombre abraza a la mujer furiosa frente a él. No entendía como no podía darse cuenta de la tensión del ambiente y tampoco cuando diablos se dignará a tocar la puerta antes de entrar.

—Disculpe, señor. No me siento bien.

Samara siente ganas de vomitar en este momento, todo estaba siendo demasiado. Parecían lunáticos, nadie estaba enterado de nada y ella no quería ser partícipe de eso. Cuando salió de la oficina y Lucca se puso de pie para seguirla, Ismael miró a su hija con el ceño fruncido.

—Ella está con muchas náuseas, por el embarazo. No creo que sea un buen día para conocerla —la mujer deja salir un largo suspiro.

Si las personas del edificio ya la estaban mirando incluso antes de que el hijo del dueño estuviera persiguiéndola hacia el elevador, ahora todo era en aumento. Ella estaba furiosa, su rostro rojo de la ira, los puños apretados y las ganas de salir corriendo de allí asustaba a unos cuántos.

—Samara, espera —Lucca llega hacia ella en el momento que el elevador está cerrando sus puertas.

—Puedes irte al infierno. Imbécil.

Quizás no habían sido las mejores palabras de despedida, pero ahora mismo no tenía nada mejor. Lo único que aquella mujer esperaba era que todo se terminara pronto, que ninguno de aquellos hombres la buscara y que pudiera comenzar de nuevo.

Ella iba a ser madre soltera, y le aterraba como la m****a. Sin embargo, bajo ningún punto de vista, estaba dispuesta a aguantar a ningún idiota.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo