Llegó un punto imposible de ocultar aún con ropa de otoño. Todavía se suponía que nadie lo sabía pero quedé un par de veces con Tory y era más que obvio que hablamos de eso. Decía estar feliz por los dos y nos guardó el secreto. Y sé que Enzo se lo contó al final a Markus porque con alguien más que conmigo debía compartir su entusiasmo. Pero queríamos privacidad y sobrellevar un embarazo aguantando la diferencia de edad y mis problemas con el tema (que terminaron desapareciendo por completo para final del segundo mes). Ya estaba mentalizada. Tendría un bebé con Enzo y cómo él decía: Seríamos la familia que nos merecíamos.
—¿Te gusta esto? —me preguntó.
Miré a dónde apuntaba. Había ido a mi mostrador sólo para buscar cosas en internet. Ojeé la idea de habitación de bebé que había encontrado. Estaba obsesionado.
—No quiero que sea todo tan oscuro —señalé—. Vamos a tener un bebé, no un vampiro. Y me gusta el verde claro.
Me besó en la cabeza.
—Lo que quieras.
Tenía ya tres meses