Al día siguiente, Marco se dispuso a ejecutar la jugada final que hará que Giovanni caiga. Dio instrucciones precisas para que su hombre fuera a buscar a Elena y la llevara hasta el salón principal.
Quería asegurarse de que escuchara cada palabra que su esposo estaba a punto de decir. A la hora exacta, con el teléfono en la mano y una sonrisa en el rostro.
Un leve golpeteo en la puerta le anunció la llegada de su hombre de confianza, el cual traía a Elena. Ella entró al salón con pasos vacilantes y su expresión denotaba confusión.
La noche anterior, los pensamientos y las dudas la habían mantenido en vela. Aunque estaba a kilomentros de distancia de Giovanni, la inquietud de estar lejos de su esposo y de todo lo que habían compartido le dolía más de lo que habría querido admitir.
Marco percibió su incertidumbre al instante y, sin perder tiempo, decidió llevar adelante su estrategia.
Cuando Elena entró en la habitación, sus pasos dudosos reflejaban la tensión que la situación le gener