Al día siguiente, Elena fue a su consulta con el médico que revisaba su problema de la lesión de su muñeca, y aprovechó para ir a buscar los resultados de la prueba que le había hecho el otro médico días atrás.
Su guardia se mantuvo callado y algo alejado cuando ella fue ahí a recoger los análisis. Elena se había apresurado antes a despejar cualquier posible sospecha y, con una sonrisa forzada, le explicó que solo había recogido unas medicinas y una radiografía, instrucciones que el médico le había dado. Así, el hombre se lo creyó.
El hombre no iba a tener información para entregarle a Giovanni.
Fue algo astuta y guardó rápido el sobre en su bolso cuando se lo entregaron. Apenas lo metió en su bolsa, su corazón comenzó a latir con fuerza, y la ansiedad se le enredó en la garganta como una serpiente invisible que no la dejaba respirar.
De regreso a la mansión, apenas cruzaron el umbral, el mayordomo la interceptó en el vestíbulo. Con su porte serio y su impecable traje oscuro, le i