Capítulo 120: Hora equivocada para dormir
Aurora siguió apresuradamente por el pasillo, el corazón latiendo descompasado. Las palabras de Mariana resonaban en su mente como una avalancha desordenada, pero lo que más dolía era la sensación de haber sido dejada de lado por Andrews, la forma en que la ignoró como si ni siquiera existiera.
Atravesó los corredores y encontró a Rodrigo saliendo de la sala de juegos, completamente tambaleante, con un vaso vacío en la mano.
—Él… todavía está ahí —murmuró Rodrigo con una media sonrisa borracha, antes de continuar tambaleándose por los pasillos.
Aurora entró despacio. La luz tenue de la sala de juegos revelaba a Andrews, recostado en el sofá, con los ojos semicerrados y la camisa desabotonada. La miró con una expresión confusa, pero había algo más allá de la embriaguez: una evidente molestia cuando desvió la mirada, dejando caer la copa de vino a medias.
—¿Por qué estás bebiendo tanto? —preguntó, acercándose con cautela.
—¿De quién iba a ser la