Cuando Fernanda llegó al hospital acompañada de Matías, el aire parecía pesado, cargado de expectativas y nervios.
Ella tenía un poco de miedo, siempre se ponía de nervios antes de un ultrasonido, pero finalmente había llegado el momento de escuchar como estaba su bebé.
La sala estaba impregnada de una calma tensa, mientras la doctora la invitaba a recostarse en la camilla para realizar el ultrasonido.
La pantalla, aún apagada, parecía prometer respuestas, pero el silencio envolvía el espacio con una extraña sensación de incertidumbre.
Con las manos temblorosas, Fernanda se acomodó, mirando a Matías, quien la observaba con una mezcla de nervios y amor.
Él le sonrió, buscando calmarla, pero ella sabía que ambos compartían el mismo miedo callado.
El ultrasonido comenzó, y la doctora pasó el dispositivo por su abdomen, el gel frío chocando con su piel.
Fernanda cerró los ojos, esperando escuchar el corazón de su bebé, pero el sonido esta vez sonaba muy rápido, la doctora revisando meticul