El aire en la habitación del hospital se tornó espeso cuando el médico rompió el silencio con su veredicto.
—Bien, la cirugía se programará dentro de veinte días. Es lo más rápido que podemos proceder, necesitamos prepararlo todo. Mientras tanto, vendrá la obstetra para realizar un nuevo ultrasonido y evaluar el estado del bebé.
Después de eso, será dada de alta, pero deberá regresar para más consultas.
Beth asintió en silencio, como si la noticia apenas pudiera asentarse en su mente.
Su mano descansó sobre su vientre con un gesto inconsciente, mientras el miedo la invadía. Mateo, por su parte, no apartó la mirada del médico.
Había esperado una solución inmediata, algo que detuviera el peligro de golpe, pero ahora tenía que enfrentarse a la incertidumbre.
Minutos después, la obstetra llegó con su equipo.
La camilla, el monitor, el gel frío que tantas mujeres recordaban con mezcla de emoción y ansiedad.
Beth sintió su estómago revolverse.
Mateo permanecía de pie, con las manos en los bo