39. Un amor verdadero
POV IRENE SAINT
Hoy, al saber que esa mujer —tan cruel y vacía— fue capaz de abandonar a su propio bebé, algo dentro de mí se quebró. Removió un dolor que creí haber enterrado hace años, una herida que ahora siento jamás terminó de cerrar.
Ahora que mi corazón volvió a amar… ahora que tengo a Alessandro, que me mira con devoción, que me elige con una intensidad que asusta y sana al mismo tiempo, un pensamiento me atraviesa como una daga:
¿Y si él desea hijos? ¿Y si sueña con una familia… y yo ya no puedo darle eso?
El vacío de un bebé que murió dentro de mí y la amarga certeza de no poder ser madre otra vez se estrellaron en mi pecho con la fuerza de una ola que no da respiro.
Y por primera vez en mucho tiempo… me permití llorar.
Llorar hasta quedarme sin aire, hasta que las lágrimas se confundieron con la rabia, con la culpa, con ese dolor que fingí superar pero que en realidad solo dormía.
Cada palabra que Alessandro pronunciaba, cada gesto suyo, removía lo más profundo