POV IRENE SAINT
Dejé el celular sobre la mesa, apartándolo como si el simple gesto pudiera silenciar la voz de Aiden que seguía resonando en mi mente. No quería caer en su juego. No otra vez. Confiaba en Alessandro… o al menos eso intentaba repetirme, aunque algo dentro de mí se resistía a creerlo por completo.
Entonces la puerta se abrió.
Él entró con paso firme, dueño de cada espacio que cruzaba. Su presencia tenía esa autoridad silenciosa que hacía que todo a su alrededor pareciera detenerse. Sin pronunciar palabra, se colocó detrás de mí. Su pecho se apoyó contra mi espalda, y sus brazos, cálidos y firmes, me envolvieron hasta robarme el aire. Sus labios descendieron sobre mi cuello, dejando un rastro de besos lentos que despertaron cada rincón dormido de mi piel.
—¿Sucede algo? —su voz ronca vibró en mi oído, grave, contenida, peligrosa.
—No… no pasa nada —mentí, con una sonrisa débil—. Sólo un poco de cansancio.
Alessandro no respondió. Su silencio era una declaración