~Narrador omnisciente~
Camelia se sentó frente al escritorio, manteniendo las manos entrelazadas sobre su regazo. El despacho olía a café frío y desinfectante. Del otro lado, el doctor Ortega hojeaba lentamente las hojas que ella misma le había entregado momentos antes.
—¿Y dice que las tres mujeres tienen un cuadro similar? —preguntó sin levantar la vista.
—Sí —respondió ella con voz tranquila—. Cambios repentinos de humor, agresividad, episodios de delirio, insomnio extremo. Una de ellas incluso ha comenzado a tener alucinaciones auditivas.
El doctor frunció ligeramente el ceño.
—¿Están relacionadas entre sí?
—Sí, son cercanas —mintió con soltura—. Son parientes, en realidad, lo que podría haber potenciado los síntomas. Sinceramente, temo que se estén alimentando mutuamente el cuadro.
Él asintió, aún con una expresión escéptica.
—¿Y qué antecedentes psiquiátricos tienen?
—Ninguno confirmado —respondió con rapidez—, pero hay comportamientos que me preocuparon. Una de ellas intentó a